No podía haber sacado doña Letizia ni mejor ni mayor rendimiento personal a estos dos últimos años de su vida y, sin embargo, aunque el desarrollo de tan felices acontecimientos hubieran merecido una gran fiesta, la princesa de Asturias, tal y como adelantó durante su reciente viaje a Hungría, optó para la celebración de su cumpleaños por dos encuentros íntimos y familiares. Encuentros que, por cierto, tuvieron lugar tres días antes de la fecha exacta de su aniversario (15 de septiembre) ya que, al parecer, y aunque finalmente hubo cambio de planes, los Príncipes de Asturias habían planeado para esa fecha tan señalada un viaje con amigos a un destino desconocido.
[Doña Letizia] eligió el domingo, 12 de septiembre, para reunir en su residencia, a la hora de comer, a una parte de los Rocasolano: a su madre, Paloma; a sus abuelos, doña Enriqueta y don Francisco; a su hermana Erika -acompañada por su hija Carla- y a sus primos más allegados. Una feliz jornada familiar que, esa misma noche, cerrarían los Príncipes de Asturias cenando a solas, con Sus Majestades los Reyes en el palacio de la Zarzuela.
Han trascurrido tan sólo dos años desde su primera "cita a ciegas". Doña Letizia acababa de celebrar su 30º aniversario cuando conoció al [Príncipe de Asturias] en una cena organizada por Pedro Erquicia, director de "Documentos TV", en su ático de Madrid; y ha pasado menos de uno, desde que el mundo la descubrió como la prometida de don Felipe de Borbón, después de que su noviazgo agotara sus últimas horas secretas. Claro que, entonces, cuando su historia de amor era patrimonio exclusivo de la pareja, fueron muy pocos los elegidos a la hora de poder preguntarle por su "verdadera" fiesta de cumpleaños. Su primer aniversario como novia del Príncipe. Una fecha muy señalada que celebrarían los hoy Príncipes de Asturias escapándose a Budapest, Hungría. A la ciudad melancólica y romántica bañada por el emperador de los ríos europeos, el Danubio, que atraviesa solemne la ciudad bajo los siete puentes. La misma en la que, el pasado seis de septiembre, serían recibidos oficialmente como Jefes de Estado sin que nadie sospechara, por supuesto, que tan sólo un año antes, habían paseado por sus calles como una pareja más de enamorados.
En un marco absolutamente diferente y habiendo afrontado un cambio de vida definitivo, celebró doña Letizia, como esposa de don Felipe, Princesa de Asturias y futura Reina de España, su 32º aniversario. Un encuentro íntimo con los suyos en el que, además de ropa, bolsos, libros y CD´s recibiría por sorpresa un regalo muy especial del príncipe Felipe: un ópalo negro. La piedra que Marco Antonio nunca pudo conseguir para su amada Cleopatra ya que, y según el historiador Pliny, el senador romano Nonius, prefirió morir en el exilio antes que venderle el ópalo más bello... Y fue la piedra con la que Napoleón obsequió a Josefina quien, por tratarse de un magnífico ejemplar rojo, la bautizó como "El incendio de Troya".