La catedral de la Almudena
Don Felipe y doña Letizia se darán el 'sí quiero' ante el impresionante Cristo crucificado del siglo XVIII que preside el altar mayor
Consagrada el 15 de junio de 1993 por Juan Pablo II, La Almudena, es, a la vez que la única catedral española que ha consagrado un Papa —y la primera que un sucesor de Pedro consagra fuera de Roma —, la más nueva de nuestro país y, sin duda, la que desde que nació la idea de levantarla hasta que ésta se vio culminada, más tiempo tardó en ser construida: cuatrocientos veintitantos años. Hoy, desde su sobria arquitectura neoclásica, eleva al cielo la doble plegaria de sus torres y el redondo rezo de su cimborrio, dispuesta a convertirse en centro mundial de la información, ya que en ella se casarán, el próximo 22 de mayo, el príncipe de Asturias y doña Letizia.
La idea de construir una catedral nació en la mente de Felipe II el año 1567 y fue alentada de manera especial por Isabel de Borbón, la esposa de Felipe IV, que en 1644 inició las primeras gestiones para construirla, vinculándola a la parroquia de Santa María de La Almudena. Una Virgen por la que la reina sentía una muy especial devoción, la misma que muchos años después sentiría la primera esposa de Alfonso XII, la Reina María de las Mercedes, aquella “dalia que cuidaba Sevilla en el patio de los Montpensier”.
Pero no sería hasta el 4 de abril de 1883 cuando se colocó la primera piedra, acto que presidió el propio Alfonso XII, pero ya con su segunda esposa, la reina María Cristina de Habsburgo, porque, tal y como dice el romance que lleva su nombre, “Mercedes murió empezando a vivir” (en 1878, cuando tenía tan sólo dieciocho años). Hoy, María de las Mercedes de Orleáns, la última Reina de España nacida en nuestro país, descansa en la catedral, a los pies de la Virgen de La Almudena, de la que tan devota era. Como también fueron grandes devotos de esta Virgen San Isidro Labrador y su esposa, Santa Maía de la Cabeza, cuyas imágenes, junto a las de Santa Teresa y San Fernando, escoltan hoy a la imagen de La Almudena, que preside la fachada principal de la catedral.
El mismo año, 1644, en que Isabel de Borbón avivó la idea de construir la catedral, el Concejo de la Villa de Madrid donaba ciento cincuenta mil ducados para el mismo fin. Todo quedó entonces en nada porque, iniciadas en un solar próximo al que hoy ocupa el actual templo, las obras pronto se vieron interrumpidas por falta de presupuesto. No fue ya hasta 224 años después, en 1868, cuando se creó una comisión para recaudar nuevamente fondos y comprar once años más tarde, un solar junto a la plaza de la Armería.
A finales del siglo XIX, el arquitecto Francisco de Cubas y González de Montes, marqués de Cubas, hizo los primeros planos inspirándose en las iglesias neogóticas francesas. De nuevo por problemas de financiación, las obras tuvieron que posponerse. El 31 de mayo de 1911 se abrió al público la cripta y en ella se instaló la imagen de la Patrona de Madrid. Nada menos que 75 años más tarde se crea una Fundación, la Fundación de La Almudena, en la que se integran seis entidades: arzobispado, Ayuntamiento, Comunidad Autónoma, Caja de Ahorros, Cámara de Comercio y Asociación de la Prensa, con la finalidad de conseguir fondos para la terminación de sus obra.
La catedral fue finalmente diseñada en 1944 por los arquitectos Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro. Con tal cambio de arquitectos se ha conseguido que su fachada principal dé al Palacio Real, formando así —y mediante la plaza de la Armería — un grandioso conjunto arquitectónico. Por otra parte, los citados arquitectos, aunque respetaron la idea del Marqués de Cubas de construir una planta de estilo gótico, añadieron claros elementos neo-clásicos para estar más en consonancia con El Palacio Real.
Tras más de 200 años de construcción, el 19 de diciembre de 1999 se oyeron repicar las cuatro campanas de la Catedral de Madrid, elaboradas siguiendo técnicas artesanales en Caldas de Reyes (Pontevedra) y donadas a Madrid por la Consejería de Cultura de la Junta de Galicia y por la Fundación Pedro Barrie.
Madrid gozaba al fin de su catedral, un templo muy querido por todas las reinas de España, desde Isabel de Borbón, esposa de Alfonso IV, quien inició las gestiones para su construcción, pasando por María de las Mercedes, quien más apostó por su construcción, pasando por doña Sofía, quien en marzo de 1985 donó 6.000 euros para acabar las obras de la catedral, y que ha sido reservado desde su consagración para la boda del heredero a la corona española. Un día que llegará el próximo 22 de mayo cuando la catedral lucirá con todo su esplendor.
Nuestra Señora de La Almudena, patrona de Madrid desde 1905, fue trasladada el 10 de junio de 1993 en procesión desde la Colegiata de San Isidro a la Catedral de La Almudena, donde se encuentra en la actualidad, ubicada en el lado de la epístola del crucero, en el centro de un retablo con tablas de Juan de Borgoña.
Fue proclamada como Virgen de Almudena por Pablo VI en 1977. Hasta entonces era conocida por el nombre de la Virgen de la Vera, porque era venerada en aquella época en la zona —en la vega — del río Manzanares, próxima a la hoy calle de Segovia, donde, al parecer, se instalaron los primeros pobladores de Madrid.
El cambio de nombre o advocación se debió a que, al producirse en el siglo VIII la invasión árabe, la imagen fue escondida en una zona de la vieja muralla romana —concretamente, en la almudaina o depósito de trigo: de ahí “almudena”— que después los sarracenos restauraron y reforzaron como recinto defensivo. Cuenta la leyenda que, dos años después de que Alfonso VI reconquistara, en 1083, Madrid, una mujer a la que se conocía como María, “La Beata”, señaló, después de varios días de rogativas populares, el sitio exacto en el que estaba escondida la imagen, a la que se le empezó a llamar Virgen de La Almudena.
La escultura está hecha en madera policromada y estofada, mide 1,58 m de alto por 0,54 m en su ancho máximo y tiene una base de madera en forma octogonal. La figura, que representa a la Virgen de pie con túnica roja, manto blanco y sandalias, sostieniendo con ambas manos, al Niño Jesús desnudo (ambas imágenes llevan coronas metálicas) está soportada sobre una peana de plata.La imagen es una talla de bulto completo. Está realizada en un solo tronco, de madera de pino, completando sus volúmenes más prominentes con fragmentos de madera encolados y/o clavados.
El Niño está compuesto por una pieza compacta de madera, completada con fragmentos adicionales para la pierna derecha y el brazo izquierdo, todo ello independiente de la Madre. Es muy posible que el Niño haya estado unido alguna vez a la Virgen por las huellas que se observan en el pecho de ésta. Los motivos decorativos del manto son vegetales, con dos modelos repetitivos unidos con lacerías; el revés del mismo, presenta flores esquemáticas en cruz. Los motivos de la túnica consisten en troncos con hojas y flores intercaladas y los de la camisa, en pequeñas flores sobre fondo rayado. La encarnación es morena clara y los cabellos presentan un aspecto pelirrojo oscuro, obtenido con una orla color carmín sobre la hoja de oro.