Amante de los coches y de las carreras, el príncipe Joaquín de Dinamarca ha compartido con su mujer, la princesa Marie, y sus hijos Nicolás y Félix, su pasión por la automoción. El único que no ha podido disfrutar del rugido de los motores ha sido su hijo Henrik, que tuvo que quedarse en casa porque todavía es muy pequeño, - está a punto de cumplir un año -, mientras que el resto de la familia asistía a las instalaciones de la antigua fábrica de la cerveza Carlsberg de Copenhague, donde ha poco más de una semana se disputó la famosa Carlsberg Race, que atrae a seguidores de este deporte cada año.
El príncipe Joaquín fue el encargado de entregar a la Cruz Roja danesa y cheque con los beneficios obtenidos en el Festival Internacional de Carreras que se celebró en la capital del país y aprovechó para ver los bólidos que han participado en las carreras y algunos coches de coleccionista.
Los Príncipes no dudaron en ponerse un casco, hablar con los pilotos y también sus hijos pudieron experimentar lo que es ponerse un casco de piloto y subir en un coche de carreras que se exhiben estos días en los espectaculares jardines del antiguo cervecero Carl Jacobsen, que se abren al público en contadas ocasiones.