Cada familia tiene sus costumbres y tradiciones. La caza es una de esas prácticas que, habitualmente, por estas fechas, saca de Palacio a los miembros de la [Familia Real danesa] y los lleva de montería, a los bosques de Grib, próximos al castillo de Fredensborg. Este año no ha sido la excepción. El príncipe Henrik, el príncipe Federico y el príncipe Joaquín, grandes aficionados, han participado con el príncipe Gustav de Berleburg y otros tantos cazadores en la anual cacería real. Una jornada de caza mayor, con corzos y gamos como principales piezas, a la que asistieron como meras acompañantes la reina Margarita, la princesa Marie, que destacó por su elegancia con un conjunto formado por una rebeca corta de croché en tono marfil y pantalón recto de color chocolate a tono con el bolso de Balenciaga, y Carina Axelsson, novia del príncipe Gustav, entre otras mujeres.
Una jornada que seguro vivirían con especial entusiasmo el segundo hijo de la reina Margarita y su esposa. Por motivo doble: porque se trataba de la primera que compartían el [príncipe Joaquín] y la [princesa Marie] como marido y mujer -aunque obviamente no la primera a la que asistían juntos-, y porque traería a sus memorias imborrables recuerdos, ya que su historia de amor comenzó precisamente en una cacería en Jutlandia en el año 2002, a la que ella había acudido invitada por unos amigos comunes. Pero como rigen costumbres no escritas, mientras los hombres se iban de caza, la princesa Marie y el resto de las damas almorzaron todas juntas en el museo Louisiana y, después, al término de la cetrería, se reunieron con sus esposos y parejas en el castillo de Fredensborg.