La estrella fue él. Ninguna actuación arrancó tantos aplausos como la improvisada del príncipe Federico junto a la banda de rock Led Zeppelin en el concierto benéfico que se celebró el pasado fin de semana en Copenhague a favor de Save the Children. Aparte de ser un gran admirador del grupo, el futuro Rey de Dinamarca es buen amigo de sus integrantes, a los que reunió en 2004 con motivo de sus nupcias con la [princesa Mary]. De manera que no pudo resistirse a marcarse unos acordes con ellos, cuando su vocalista anunció su presencia entre el público y solicitó que saliera al escenario. El Heredero subió, tocó su armónica y triunfó. Su actuación, grabada para la historia por miles de móviles, fue ultra rápida, pero ante la entusiasta acogida del público, volvió a entonar un solo antes de despedirse finalmente de la banda.
Una actuación magistral
Fue su momento de gloria en las tablas. Un sueño de juventud hecho realidad como confesaba hace unos años en una entrevista para la revista musical Gaffa. "Dentro de mí existe un pequeño rockanrolero al que le gustaría estar en el escenario y tocar la guitarra y experimentar la sensación de estar allá arriba. Hay tanta buena energía después de los conciertos. No me resulta difícil pasar del ambiente que se respira en la Casa Real al que hay detrás de la escena. Siempre he tenido conocidos allí... Y es que, de verdad, siempre he disfrutado de las fiestas en las que no se exige ser formal, del entorno del rock".
De casta le viene al príncipe Federico su don artístico y musical. Su abuelo, el rey Federico, un soberano enormemente popular entre sus contemporáneos, dirigía orquestas sinfónicas y de él se decía que, de no haber sido Rey, hubiera sido uno de los mejores directores de orquesta de Dinamarca. Su madre, la reina Margarita, heredó talento artístico: es hábil y dedicada bordadora; ha hecho decorados y vestuario para teatro; ha cultivado el diseño gráfico ilustrando varios naipes y hasta diversos libros; escribe y pinta. Un trío de 'reyes' de las artes.