La princesa Alejandra dijo 'sí' y se convirtió en señora de Jörgensen
Alejandra pierde su título de Princesa y se queda con el de condesa de Fredensborg
Alexandra Manley, aquella joven que conquistó al mundo desde los brazos de su esposo, el príncipe Joaquín de Dinamarca, bailando en el salón de palacio el día de sus nupcias en noviembre de 1995, ha cambiado su cuento de hadas. En medio del camino, y después de haber traído al mundo a dos hijos, los príncipes Nicolás y Félix, la nuera de la reina Margarita ha renunciado a una infinidad de privilegios para comenzar una nueva vida al lado de Martin Jörgensen, el joven cámara de televisión con el que ha contraído nupcias en una iglesia a las afueras de Copenhague.
La, desde ahora, condesa Alejandra, que fue recibida por la reina Margarita y el príncipe Enrique de Mompezat como una hija más, no pudo evitar que su matrimonio acabara con el cuento de hadas que ella había imaginado para su familia. Recluida en la finca de Schackenborg, muy lejos de la capital, la señora de Jörgensen no encontró lo que buscaba o no recibió lo que quería y un día puso fin a un matrimonio que todos imaginaban idílico.
La novia ha lucido un diseño del modisto danés Henrik Hviid en color champaña de tirantes anchos, escote barco y de cola larga. En el cuerpo lucía unos adornos de pedrería en forma de estrellas, mientras que la falda era totalmente lisa. (Hviid, el diseñador que trabaja con mucha frecuencia para la Familia Real, fue el encargado de elaborar el traje que los príncipes Nicolás y Félix lucieron el día de su bautizo). Alexandra Manley ha acompañado su traje con un precioso moño alto sujeto con unas pequeñas flores conjuntadas con su ramo de novia formado por flores invernales blancas y azules. La condesa Alejandra ha portado una enorme perla como colgante a conjunto con sus pendientes, pero ninguna diadema ni tiara real. Asimismo, y para ser la novia más guapa, Alejandra ha contado con la ayuda de Helle Bach, conocida estilista y una gran amiga de Martin, con el que ha trabajado en un sinfín de producciones de televisión. Los hijos de Alejandra y el príncipe Joaquín de Dinamarca, muy elegantes con trajes de chaqueta en tonos marrones y beige, han sido los pajes en la boda de su madre. Tanto Nicolás como Félix, de 7 y 4 años, que ocupan los puestos cuarto y quinto en el orden de sucesión de la corona de Dinamarca, continuarán bajo la tutela de su madre y vivirán con ella y con Martin en el barrio de Österbo en Copenhague.
Una idílica noche de bodas
El enlace ha sido para la pareja una doble celebración, ya que Martin cumple hoy 29 años, un día que la pareja recordará para el resto de su vida. Al banquete de bodas de la condesa de Frederiksborg y su marido ha asistido un reducido grupo de amigos y familiares, pero ningún miembro de la Familia Real, y ha tenido lugar en la hacienda campestre de Jomfruens Egede. (Comprada en 1674 por la amante del rey Christian VI, Sophie Amalie Moth). El administrador de la propiedad, Niels Peter Schack-Eyber, es un buen amigo de la pareja, además de un excelente cocinero y excepcional anfitrión. Por algo, en su casa solariega, transformada en un romántico hotel-palacete se ha preparado una hermosa suite nupcial, donde la pareja pasará su noche de bodas, sin olvidarse de reservar otras diez habitaciones para la familia más próxima de los novios.
Martin Jörgensen conoció a la que desde hoy es su esposa cuando su padre rodaba un documental sobre la entonces familia principesca en la residencia de campo del príncipe Joaquín en Schackenborg, cerca de la frontera germano-danesa.
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La, desde ahora, condesa Alejandra, que fue recibida por la reina Margarita y el príncipe Enrique de Mompezat como una hija más, no pudo evitar que su matrimonio acabara con el cuento de hadas que ella había imaginado para su familia. Recluida en la finca de Schackenborg, muy lejos de la capital, la señora de Jörgensen no encontró lo que buscaba o no recibió lo que quería y un día puso fin a un matrimonio que todos imaginaban idílico.
La novia ha lucido un diseño del modisto danés Henrik Hviid en color champaña de tirantes anchos, escote barco y de cola larga. En el cuerpo lucía unos adornos de pedrería en forma de estrellas, mientras que la falda era totalmente lisa. (Hviid, el diseñador que trabaja con mucha frecuencia para la Familia Real, fue el encargado de elaborar el traje que los príncipes Nicolás y Félix lucieron el día de su bautizo). Alexandra Manley ha acompañado su traje con un precioso moño alto sujeto con unas pequeñas flores conjuntadas con su ramo de novia formado por flores invernales blancas y azules. La condesa Alejandra ha portado una enorme perla como colgante a conjunto con sus pendientes, pero ninguna diadema ni tiara real. Asimismo, y para ser la novia más guapa, Alejandra ha contado con la ayuda de Helle Bach, conocida estilista y una gran amiga de Martin, con el que ha trabajado en un sinfín de producciones de televisión. Los hijos de Alejandra y el príncipe Joaquín de Dinamarca, muy elegantes con trajes de chaqueta en tonos marrones y beige, han sido los pajes en la boda de su madre. Tanto Nicolás como Félix, de 7 y 4 años, que ocupan los puestos cuarto y quinto en el orden de sucesión de la corona de Dinamarca, continuarán bajo la tutela de su madre y vivirán con ella y con Martin en el barrio de Österbo en Copenhague.
Una idílica noche de bodas
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