La Familia Real de Dinamarca despide con grande honores a la princesa Dagmar
Con una solemne ceremonia real, aderezada de pompa imperial, Dinamarca dijo adiós el pasado fin de semana a la princesa Dagmar, danesa de nacimiento y más tarde Emperatriz de Rusia y madre del último Zar, que falleció en el exilio, en su tierra natal, hace 78 años. Ahora, siguiendo sus últimos deseos, sus restos mortales volverán a ser enterrados en una cámara de San Petersburgo, al lado de su esposo, el zar Alexander III, muerto en 1894.
La despidieron en el reino escandinavo con todos los honores, como será igualmente recibida el próximo jueves en Rusia. La reina Margarita y su esposo, el príncipe Enrique; los príncipes herederos Federico y Mary; el príncipe Joaquín, hijo pequeño de la soberana, y la princesa Benedicta, hermana de ésta, no quisieron faltar a este tributo a su antepasada la emperatriz Dagmar y asistieron, el pasado sábado por la mañana, a una ceremonia religiosa en su memoria en la catedral de Roskilde (a 30 kilómetros de Copenhague), minuciosamente decorada para la ocasión en un otoñal tono rojo coral.
Una mujer valiente e increíble
Cerca de 800 asistentes, entre rusos y daneses, acudieron a la solemne despedida. El servicio religioso comenzó con varios salmos interpretados por la Asociación Estudiantil de Canto, cuyo programa incluía también una de las canciones más queridas de Andersen, En Dinamarca nací, como recordatorio de que la princesa Dagmar era danesa de nacimiento. A continuación, el tataranieto de la Emperatriz, Paul Kulikovsky, pronunció un emotivo y vehemente discurso sobre la figura de su antecesora. Se mostró orgulloso de descender de Dagmar, a la que describió como una mujer increíble y fantástica que conoció altos y bajos muy superiores a los de muchas otras personas. Asimismo, destacó como dignos de admiración su valor y su sentido del deber al poner rumbo a Rusia con sólo 19 años de edad para contraer matrimonio con un hombre al que apenas conocía.
Tras la ceremonia, el ataúd salió de la catedral a hombros de 8 guardias reales daneses y de guardias del Presidente ruso. Tras ellos, la Reina y su esposo, el príncipe Enrique; los herederos Federico y Mary, el príncipe Joaquín y la princesa Benedicta. A continuación, el féretro se trasladó al palacio de Christiansborg y, desde allí, en un coche de caballos, escoltado por húsares montados, hasta el palacio de Amalienborg. El cortejo pasó por el Palacio Amarillo, en el que vivió la Princesa, y por la iglesia rusa situada en las inmediaciones del palacio, donde religiosos rusos oficiaron una breve ceremonia al paso del carruaje. Después se dirigieron al muelle donde el Esbern Snare, el mayor y más nuevo barco de la flota danesa, recibió el féretro. Sus restos mortales han salido hoy de Copenhague y recibirán nuevamente sepultura, el próximo 28, como fue su última voluntad, en San Petersburgo, en el mausoleo de los Romanov, junto a su esposo y a su hijo.
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La despidieron en el reino escandinavo con todos los honores, como será igualmente recibida el próximo jueves en Rusia. La reina Margarita y su esposo, el príncipe Enrique; los príncipes herederos Federico y Mary; el príncipe Joaquín, hijo pequeño de la soberana, y la princesa Benedicta, hermana de ésta, no quisieron faltar a este tributo a su antepasada la emperatriz Dagmar y asistieron, el pasado sábado por la mañana, a una ceremonia religiosa en su memoria en la catedral de Roskilde (a 30 kilómetros de Copenhague), minuciosamente decorada para la ocasión en un otoñal tono rojo coral.
Una mujer valiente e increíble
Cerca de 800 asistentes, entre rusos y daneses, acudieron a la solemne despedida. El servicio religioso comenzó con varios salmos interpretados por la Asociación Estudiantil de Canto, cuyo programa incluía también una de las canciones más queridas de Andersen, En Dinamarca nací, como recordatorio de que la princesa Dagmar era danesa de nacimiento. A continuación, el tataranieto de la Emperatriz, Paul Kulikovsky, pronunció un emotivo y vehemente discurso sobre la figura de su antecesora. Se mostró orgulloso de descender de Dagmar, a la que describió como una mujer increíble y fantástica que conoció altos y bajos muy superiores a los de muchas otras personas. Asimismo, destacó como dignos de admiración su valor y su sentido del deber al poner rumbo a Rusia con sólo 19 años de edad para contraer matrimonio con un hombre al que apenas conocía.
Tras la ceremonia, el ataúd salió de la catedral a hombros de 8 guardias reales daneses y de guardias del Presidente ruso. Tras ellos, la Reina y su esposo, el príncipe Enrique; los herederos Federico y Mary, el príncipe Joaquín y la princesa Benedicta. A continuación, el féretro se trasladó al palacio de Christiansborg y, desde allí, en un coche de caballos, escoltado por húsares montados, hasta el palacio de Amalienborg. El cortejo pasó por el Palacio Amarillo, en el que vivió la Princesa, y por la iglesia rusa situada en las inmediaciones del palacio, donde religiosos rusos oficiaron una breve ceremonia al paso del carruaje. Después se dirigieron al muelle donde el Esbern Snare, el mayor y más nuevo barco de la flota danesa, recibió el féretro. Sus restos mortales han salido hoy de Copenhague y recibirán nuevamente sepultura, el próximo 28, como fue su última voluntad, en San Petersburgo, en el mausoleo de los Romanov, junto a su esposo y a su hijo.