Alejandra de Dinamarca, la princesa que no se olvida
Conquistó el corazón del hijo pequeño de la reina Margarita y, con él, logró convencer a los daneses que vieron en ella una princesa a la que admirar. Sencilla, elegante, sabiendo que la discreción es un grado en la Corte (en cualquier Corte del mundo), y fiel defensora de los Derechos Humanos, Alejandra de Dinamarca no ha perdido ni un ápice de su popularidad, a pesar de la separación, y posterior divorcio, de su marido, el hombre con el que tuvo a sus dos hijos, el príncipe Nicolás y el príncipe Félix.
De Hong Kong a Escandinavia
Nació en Hong Kong, por aquel entonces antigua colonia británica, hija de un empresario con sangre británica y china. Sus exóticos rasgos sedujeron al joven príncipe, al que no le importó que ella fuera unos años mayor (nació en 1964 y el Príncipe, cinco años más tarde, en 1969). Se casaron y se fueron a vivir al campo. Todo parecía idílico (un idilio aderezado con la ilusión de los primeros juegos de Nicolás y Félix). Pero su separación estaba cerca y cuando se llevó a cabo, los daneses vieron en la Princesa a una mujer sola y decidida que, a pesar de las presuntas infidelidades de su marido, quería seguir cumpliendo sus obligaciones para con la Familia Real y educar a sus hijos próximos a su padre. Sin embargo, una nueva tormenta informativa sacudió el pequeño reino escandinavo cuando la prensa apuntó que la princesa Alejandra y su nuevo amor, el joven fotógrafo Martin Jørgensen, habían iniciado su relación en 2003. En aquel momento, todas las simpatías hacia ella parecieron tambalearse... pero se mantuvo y, en una ocasión como esta, el bautizo del primogénito del príncipe Federico, ha vuelto a resurgir, ha optado por brillar y los ciudadanos han aplaudido su elegancia. Una elegancia que, por cierto, ya había sido vista. Literalmente. Porque Alejandra de Dinamarca lució el mismo vestido, eso sí con complementos diferentes, con motivo de las celebraciones por el doscientos aniversario del nacimiento de Hans Christian Andersen. Otro Christian llamado a hacer historia.
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De Hong Kong a Escandinavia
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