La princesa Mary Donaldson cuenta a los daneses, a través de las 142 páginas de un libro lleno de confidencias y secretos, cuál era su vida antes de conocer a su esposo; cómo se enamoró del Príncipe; por qué renunció a todo lo que era por amor; qué le dijo la Reina durante su primer encuentro en palacio; cuándo supo que se convertiría en princesa; cómo ve el futuro y qué piensa del matrimonio, de los hijos, del divorcio, de la monarquía... 25 horas de conversación entre la futura reina de Dinamarca y la periodista til Anne Wolden-Ræthinge (autora especializada en la Familia Real Danesa) que resumimos para nuestros lectores en una serie de ocho capítulos que les iremos ofreciendo en los próximos días.
"Buenos días, me llamo Mary Donaldson". Estas fueron las primeras palabras que Mary, con la mano extendida, dirigió a la periodista. La futura princesa estaba ante la puerta entreabierta, muy delgada y con un abrigo entallado. De la misma estatura que el príncipe. El pelo recogido en una cola de caballo. Un guardia de seguridad en la penumbra. La sonrisa algo tímida, vacilante, como la que lucía en el balcón de Amalienborg el día que se anunció su compromiso, aunque no tarda en ser más amplia. Los ojos castaños llenos de expresividad. Atentos. Cálidos.
Su buenos días suena como una melodía, optimista, con una pronunciación cuidada, como siempre que se utiliza un idioma recién aprendido. Pero a lo largo de las siguientes conversaciones, mantenidas desde diciembre del año 2003 hasta mediados de abril del 2004, su vocabulario y su uso del idioma han mejorado de manera prodigiosa.
Mary es perfeccionista, no habla hasta que no ha encontrado las palabras que expresan exactamente lo que quiere decir. No da rodeos. Piensa rápidamente. Mary es, además, muy guapa. Su interior ilumina su exterior. Tiene una belleza natural. E irradia una especie de felicidad... Un ligero maquillaje, ropa en tonos suaves y armónicos, sencilla, femenina, de sport. Muy personal. Uno o dos detalles sofisticados. Vaqueros. El anillo de compromiso con pendientes a juego como únicas joyas. Tiene clase. La clase de una reina.
Es reflexiva, intuitiva, inteligente. Ya tiene experiencia en lo que es perder a alguien, añorar, tomar decisiones, ser feliz. Una persona intensa. Frágil y fuerte. El príncipe ha dado en el blanco.