No hay incógnita mejor guardada de una boda que el traje que lucirá la novia. Por eso, la llegada de Mary Donaldson a la Catedral de Nuestra Señora de Copenhague era uno de los momentos más esperados de este gran día.
Para tan señalada ocasión, la bellísima australiana lució un espectacular diseño en color blanco nacarado del modisto danés Uffe Frank, afincado en Milán. Se trataba de un vestido de escote redondo y originales mangas, que recibían, por su creador, el nombre de Cala por su forma similar a los lirios de idéntico nombre. Asimismo, llevaba una falda de amplio vuelo con originales pliegues.
Para la confección de este diseño nupcial, se han empleados lujosas telas. Por ejemplo, para el vestido, se han utilizado ocho metros de encaje y 24 metros de satén blanco forrado con seda de organza.
Por el contrario, el velo estaba confeccionado con encaje irlandés bordado; un complemento con mucha historia, ya que fue usado por la bisabuela de Federico, la princesa Margret de Suecia, el día de su boda, el 15 de junio de 1905 en Windsor. Además, entre otras ocasiones, esta pieza también la llevó su hija, la reina Ingrid, cuando contrajo matrimonio con Federico IX el 24 de mayo de 1935 en Estocolmo.
Como complementos
Siempre los complementos son muy importantes en una novia. En el caso de Mary Donaldson, la esposa de Federico de Dinamarca lucía una espectacular tiara, un regalo de la reina Margarita de Dinamarca; unos pendientes de platino, diamantes y perlas de los Mares del Sur, que fueron diseñados en exclusiva para la ocasión y de forma manual por la diseñadora de joyas Marianne Dulong.
También, como toda novia, llevaba un original ramo del diseñador floral Erik Buch, elaborado en cascada con flores, muchas de ellas de origen australiano, y con lazo de seda anudado en la base, en el que va grabado la fecha de la boda y un monograma de la pareja real.