Sebastián, el osito de peluche que ha pertenecido durante generaciones a la Casa Real danesa, ha desaparecido. La noticia puede sonar a chiste, pero la realidad es que el juguete en cuestión encierra en sí cien años de la historia familiar de la Casa Real danesa. Su vida ha estado ligada a la realeza desde que la reina Alexandrine lo compró en Alemania cuando sus hijos, Federico y Knud, eran niños, a quienes acompañó en viajes y vacaciones. Cuando éstos crecieron el osito fue guardado en el desván de palacio y reapareció en una terraza del Palacio de Sorgenfri tras la muerte de la princesa Caroline-Mathilde.
Subastado por más 30.000 euros
Se convirtió entonces en la estrella de una exhibición de objetos pertenecientes a la Familia Real danesa celebrada en 1996. Meses después el osito fue vendido por más de 37.000 euros en una casa de subastas danesa a un comprador anónimo, quien lo donó a una asociación benéfica. En la puja el comprador, cuya identidad se desconoce superó con creces la cifra de salida así como la puja del fundador del Museo del Peluche de Skagen, Jonna Thygesen; de un café alemán y de otro museo americano, también interesados en el peluche.
Suspendida su exposición
El Museo del Peluche de Skagen, no obstante, tenía previsto ponerse en contacto con esta ONG, actual propietaria del peluche, para incluir la pieza en la exposición permanente del único museo de peluches de Dinamarca, en la que se puede ver un osito rescatado del hundido Titanic. La idea era presentarlo como la gran novedad del museo en los días previos a la boda del príncipe heredero, su último propietario antes de su venta y nieto del primero de sus usuarios.
Su desaparición
Todos estos planes han tenido que ser cancelado tras confirmarse que el osito se encuentra en paradero desconocido. Nadie lo ha vuelto a ver desde su venta en la casa de subastas Boyes, de Lyngby y no hay rastro del donante, ni del receptor de la donación. No se descarta que se inicie una investigación para averiguar el destino del peluche. Aunque lo más probable es que dentro de unos años reaparezca de nuevo en una casa de subastas, eso sí, con un precio ligeramente más alto.