Desde entonces y hasta hoy la reina Margarita y su esposo, el príncipe Enrique, pasan 3 meses en primavera y 3 en otoño en Fredensborg. Un Palacio en el que suelen organizarse además grandes celebraciones para festejar importantes acontecimientos en la vida de la Familia Real -bodas de plata, cumpleaños...-. Asimismo, aquí se recibe a los Jefes de Estado de otros países y se entregan a los embajadores extranjeros sus credenciales. Una curiosidad: tradicionalmente en las visitas de Estado, el visitante escribe su nombre con un diamante sobre uno de los cristales del Palacio.
Con forma de estrella
Fredensborg está ubicado en el marco de un hermoso paisaje, el lago Esrum, en Sealand, y forma la naturaleza de su jardín una preciosa estrella que puede ser vista sólo desde el cielo. Dentro de ella, el Valle del Noruego, las casas del té, las esculturas de la casa del capitán, etc.
Fundado por Federico IV -casado con Louisa of Mecklenbourg- y bautizado, también por él, como el Castillo de la Paz, creó este Rey un jardín a su medida -cerca de 120 hectáreas, diseñadas por J.C. Krieger- inspirándose en la hermosura de los jardines barrocos de Italia y Francia en los que había estado de visita por entonces. Unos jardines, no obstante, que su sucesor, Federico V, rediseñaría en 1760 con la ayuda de un jardinero francés, Nicolai Henri.
Jardines de Versalles
Una maravillosa obra llevada a cabo en el año1760 y cuyo valor puede apreciarse hoy todavía en sus largas avenidas de hayas y en la profunda perspectiva del conjunto arquitectónico. Y también uno de los motivos más copiados de los jardines barrocos del Versalles de Luis XIV... Y todo ello regado de esculturas nórdicas -en su mayor parte de J. Wiedewelt, uno de los mayores exponentes del neoclasicismo en el Norte de Europa- en representación del mundo -algo inusual para aquella época- de los campesinos y pescadores del norte de Dinamarca, del reino de Noruega y de las Islas Feroe.