Por primera vez desde que fuera investido en julio pasado como soberano, Felipe de los Belgas ha celebrado hoy su primer Día del Rey, una jornada en la que, desde 1866, se conmemora la onomástica del rey Leopoldo, primer monarca de Bélgica desde 1831 a 1865. Pese a que su origen se remonta al siglo XIX el rey Balduino decidió en 1951 mantener esta festividad y que los ciudadanos la utilizaran para dar muestras de cariño y respeto a los miembros de la Familia Real de Bélgica.
La jornada ha comenzado, como es tradición, con una misa en Te deum en la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas. A ella han asistido los reyes Alberto y Paola, la princesa Astrid con su marido, el príncipe Lorenz, y el príncipe Laurent con su esposa, la princesa Astrid. Igualmente es costumbre que el Rey en ejercicio no acuda a los actos del día, habida cuenta de que el protocolo desaconseja que los propios homenajeados acudan a una celebración en su nombre. La otra gran ausencia del día, la de la reina Fabiola, se ha debido a su avanzada edad.
Durante la homilía el arzobispo André-Joseph Leonard se refirió al rey Felipe y al apoyo que recibe de la iglesia católica. "Desde el 21 de julio los católicos de este país rezamos para que la sabiduría y la piedad rijan en el corazón de nuestro Rey", según Leonard. A la salida de la misa los miembros de la Familia Real pudieron saludar a los ciudadanos que les esperaban a las puertas de la catedral.
A las dos de tarde se celebró el desfile militar delante del Palacio Real de Bruselas. En él participaron una unidad de la Guardia Real, el segundo regimiento de granaderos, la Banda Real de la Marina y una división de los Cazadores de las Ardenas. Más tarde los reyes Alberto y Paola, la princesa Astrid, el príncipe Laurent y sus respectivas parejas acudirán a un acto organizado por la Cámara de Representantes, el Senado y el Gobierno Federal en el Palacio de las Naciones de la capital belga.