EL príncipe Felipe de Bélgica y su esposa, la princesa Matilde, acaban de realizar un viaje oficial de varios días de duración a los Emiratos Arabes Unidos y al Sultanato de Omán de cuyas primeras jornadas ya informábamos en nuestro último número presidiendo una misión económica con la finalidad de intensificar y estrechar las relaciones con estos países, especialmente en lo relativo a los vínculos sociales y comerciales.
Su actividad en los días que han permanecido en ambos países ha sido incesante, ya que su agenda de trabajo incluía numerosos actos y desplazamientos. Y como ha sucedido en anteriores visitas al extranjero, la pareja ha sabido ganarse ampliamente la admiración de sus anfitriones, que en todo momento atendieron a sus ilustres huéspedes con la tradicional hospitalidad y generosidad que les caracteriza. Mención especial ha merecido la [princesa Matilde], quien con su estilo, elegancia y comportamiento se ha ganado la simpatía, la admiración y el cariño de cuantos han tenido la oportunidad de tratarla y atenderla en este viaje por una región de Oriente, que, con su extraordinaria riqueza, procedente, como se sabe, de sus exportaciones petrolíferas, y su antiquísima historia, es hoy considerada como digna heredera de los legendarios cuentos de las Mil y una noches.
Los niños y las mujeres, prioridad para Matilde
Mientras su esposo asistía a las reuniones programadas con las autoridades y las entidades comerciales y financieras, Matilde se centró en visitas y contactos con organizaciones femeninas, así como en recorridos por centros especializados en educación infantil para niños discapacitados y en visitas a museos o centros dedicados a la artesanía y las tradiciones locales. En todos ellos, su presencia fue seguida con la mayor atención y, como ya hemos dicho, con gestos de admiración y cariño. Tras entrevistarse con una representación de la Unión General de Mujeres Empresarias en Abu Dhabi, la princesa se dirigió a la Universidad de Zayed para reunirse con sus alumnos, especialmente con las jóvenes, que, rompiendo tradiciones antiguas, cursan estudios hasta hace poco impensables en el género femenino de estos países.
Con ellas estuvo conversando largamente, interesándose por sus proyectos e ilusiones. La mayoría de estas jóvenes estudiantes llevaban el preceptivo velo islámico, que contrastaba con el atuendo occidental de Matilde, aunque en todo momento se comportaron con ella con la naturalidad propia de mujeres pertenecientes a la misma generación.
Momentos emotivos con un grupo de niños autistas
Otra de las visitas que realizó Matilde fue a un centro especializado en educación para niños autistas en la ciudad de Shajah. Madre de dos hijos de corta edad (el príncipe Gabriel, que nació el mes de agosto pasado, y la princesa Isabel, de dos años y medio) y licenciada universitaria en Educación Infantil, concretamente, en Logopedia (ciencia que se ocupa de la corrección de los trastornos del lenguaje), la princesa estuvo interesándose largamente por la evolución de los pequeños y, a continuación, charlando con ellos.