La tradición con la que sí que ha cumplido la princesa Eugenia

Tras contraer matrimonio con Jack Brooksbank, la nieta de la reina Isabel II ha dejado su ramo de novia en la Tumba del soldado desconocido, en la Abadía de Westminster

por hola.com

En el día de su boda, Eugenia de York ha sido una princesa que ha roto tradiciones: no escogió la tiara que todos esperaban, renunció a llevar velo... Sin embargo, hay algunas que ha decidido mantener intactas. Una de ellas ha sido la que tiene lugar al día siguiente de pronunciar el 'sí, quiero' y que tiene mucha historia en su familia. Siguiendo la costumbre de las últimas novias Windsor, la hija del príncipe Andrés y Sarah Ferguson ha depositado su ramo en la Tumba del soldado desconocido, que se encuentra en la Abadía de Westminster. 

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Hace casi 100 años, Lady Elizabeth Bowes-Lyon (más conocida como la Reina Madre) estableció una larga tradición en las bodas reales de la familia. El 26 de abril en 1923, cuando entró en la Abadía de Westminster el día de su boda con príncipe Alberto, Duque de York (que después se convertiría en el rey Jorge VI), se detuvo para depositar sus flores en la Tumba del soldado desconocido. El gesto fue en recuerdo de su propio hermano, Fergus, quien murió en la Batalla de Loos en 1915 y para rendir homenaje a los millones de fallecidos y heridos en la Primera Guerra Mundial.

Lady Elizabeth colocó sus flores en la tumba situada en el interior de la Abadía, por lo que fue una novia que llegó al altar sin ramo. Desde entonces, muchas novias reales se han inspirado en ella y han continuado su tradición, aunque con una ligera adaptación: colocando las flores en la tumba una vez que termina la ceremonia religiosa, en vez de cuando empieza. Siguieron sus pasos su hija, la reina Isabel, además de Diana de Gales, Catherine Middleton y Meghan Markle.

Tal y como ha publicado el Twitter oficial del Palacio Buckingham, el bouquet de flores que llevó en su enlace con Jack Brooksbank ya descansa en este lugar emblemático que recuerda a los soldados caídos. La encargada de crear su precioso ramo fue Patrice Van Helden Oakes, hermana del conocido diseñador floral Rob Van Helden, y para elaborarlo incluyeron lirios del valle, jazmines, cardos azules, rosas blancas y hiedra. Además, no podía faltar un ramito de mirto (emblema del matrimonio). La tradición de incluir estas flores blancas aromáticas en el ramo nupcial se remonta al año 1840, cuando la reina Victoria fue la primera en llevar un ramito de mirto en su boda con el príncipe Alberto. Cinco años más tarde, se dice que plantó un árbol en los jardines de su residencia, Osborne House, en la Isla de Wight, en cuyos jardines le gustaba sentarse a pintar acuarelas.

La primera novia real británica en llevar el mirto en su ramo de bodas fue su hija mayor, la princesa Victoria, que se casó con Federico III, emperador de Alemania y rey de Prusia, en 1858. Sorprendentemente, el mismo arbusto aún florece, 173 años después. Tanto Catherine como Meghan las llevaron en sus ramos en su gran día.