la otra gran protagonista: en torno a ella giran las grandes incógnitas de esta boda

Una segunda vida real para Sarah Ferguson

Con motivo del enlace de su hija, la ex del príncipe Andrés vuelve a experimentar esa transformación que viven los que entran en una Familia Real

por Sira Acosta

Este viernes 12 de octubre todas las miradas se concentran en la pequeña e histórica ciudad de Windsor, en el condado británico de Berkshire. A las once de la mañana (hora local) comenzará la boda de la Eugenia de York y Jack Brooksbank. La novia ya nació siendo princesa británica y el novio no parece que vaya a recibir ningún título nobiliario al casarse con la nieta de la Reina, así que la única que hoy vuelve a experimentar esa transformación en “princesa” es Sarah Ferguson.

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Sarah Ferguson, que perdió su título de Alteza Real tras su divorcio del príncipe Andrés en 1996, regresa a la Familia Real, aunque sea por unas horas, con motivo del enlace de su hija pequeña. A su tensa separación y su idílico divorcio le siguieron décadas marcadas por la lejanía con los Windsor y la cercanía con su exmarido. El Príncipe y la duquesa de York (título que conserva mientras que no se case) convirtieron su ruptura en la mejor de las amistades, una buena sintonía que, por otro lado, no sirvió para limar asperezas con el duque de Edimburgo que, según la prensa británica, no quiso volver a coincidir con la que fuera su nuera favorita después de los escándalos que sacudieron el palacio en los años noventa.

Tras el compromiso de Eugenia de York y Jack Brooksbank el pasado enero, mientras muchos observaban como Meghan Markle se volcaba de lleno en su nueva vida dentro de la Familia Real, de forma paralela se producía otro movimiento encaminado a que Sarah Ferguson volviera a ser un Windsor. Después de que Guillermo y Kate no contaran con ella en el día de su boda, la madre de Beatriz y Eugenia fue invitada a la boda de los duques de Sussex, lo que sirvió también para ella como ensayo de lo que va a vivir este viernes; tampoco faltó a las carreras de Ascot en el día más importante, es decir, en una jornada en la que compartió escenario y carcajadas con la Reina; la guinda la pusieron en Escocia, cuando fue vista llegando al retiro estival de la Reina en el Castillo de Balmoral, el mismo que años antes abandonó de forma precipitada cuando llegaron sus polémicas fotos con su asesor financiero a las portadas de todos los medios. 

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Estos gestos son la segunda vida real de Sarah Ferguson y por eso hoy es la otra gran protagonista. En torno a ella giran algunas de las grandes incógnitas de esta boda. Ya se ha confirmado que la entrada en la Capilla de San Jorge la hará junto a su hija Beatriz, una fórmula que evita que se repitan esas imágenes del pasado 19 de mayo, cuando la vimos entrar sola como una invitada más, mientras que su ex y sus dos hijas entraban en el turno de los Windsor. Un tratamiento que en principio a ella no le corresponde.  ¿Veremos su saludo con el duque de Edimburgo? ¿Se sentará junto al príncipe Andrés en los bancos destinados a los Windsor o la veremos enfrente, donde se sentó Doria Ragland, la madre de Meghan? En definitiva, lo que hoy se verá es el lugar y el protagonismo que la Casa Real concede a la ex del Príncipe, un buen reflejo de en el punto en el que están las relaciones. 

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Llegar a una Familia Real implica un proceso por el que muchas han pasado. Lo vivió Diana de Gales, Sofía de Wessex, la duquesa de Cambridge y la recién llegada duquesa de Sussex. Algunas dejan el trabajo, otras cierran las redes sociales, unas invierten en ello años y llegan con aplomo, fue el caso de Kate, que mantuvo un largo noviazgo con el príncipe Guillermo, y otras, como Meghan, hacen un cursillo acelerado. Lo que es poco común, aunque la biografía de Sarah Ferguson está plagada de hechos insólitos, es que se haga ese camino en dos ocasiones.