La ‘desconocida’ María Casimira de la Grange, Reina de Polonia

Por hola.com

Conocida sobre todo como Marysiénka, el diminutivo cariñoso que el pueblo polaco le adjudicó, la reina María Casimira (1641-1716), Soberana de Polonia a través de su matrimonio con el rey Juan III (1629-1696), fue a la par una mujer en gran parte desconocida, una vez que siempre optó por mantenerse en un segundo plano, dando así todo el protagonismo a su marido, al que, no obstante, supo influir en sus decisiones, como respetada y querida por sus súbditos, quienes siempre la considerarían una excelente esposa y madre. Mujer de una personalidad imponente – no son pocos los historiadores que afirman que fue ella la que movería los hilos necesarios para que su marido fuera elegido Rey de Polonia, para así beneficiar a su país natal, Francia -, la biografía de María Casimira de Polonia ocupa hoy estas líneas.

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La futura Reina polaca nace en Francia en 1641 – si bien la fecha exacta es desconocida algunas fuentes mencionan el 28 de junio como día del nacimiento - en la localidad francesa de Névers, siendo hija del Marqués de Arquien (1613-1707) y de Françoise de La Châtre. Como solía ser habitual en el siglo XVII, las hijas de la nobleza pasaban a convertirse ya desde la infancia en damas de compañía de princesas y reinas. Este sería el caso de María Casimira, quien, con apenas cinco años de edad, se incorporaría al séquito de María Luisa de Gonzaga (1611-1667), la dama que en 1646 casaría con el rey Vladislao IV de Polonia (1595-1648) y se convertiría en Soberana polaca. De este modo María Casimira comenzó a ser conocida en la Corte de Varsovia, si bien durante su infancia y primera adolescencia su residencia se mantendría en Francia, donde recibiría una esmerada educación.

Llegada la juventud, María Casimira, de una belleza rutilante, regresa a Polonia convirtiéndose en poco tiempo en una de las atracciones de las fiestas más selectas de la capital varsoviana. La reina María Luisa, quien consideraba a María Casimira casi como a una hija, será la encargada de arreglar un matrimonio para la joven. El elegido será un multimillonario llamado Jan Zamoyski (1627-1665). La boda se celebrará el 3 de marzo de 1658.

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El primer matrimonio de la futura Reina fue un fracaso completo. La correspondencia de María Casimira revela la ausencia absoluta de amor entre ambos cónyuges quienes, no obstante, procrearían a cuatro retoños, si bien ninguno de ellos superaría los primeros años de vida. Aburrida y desencantada, María Casimira activa de nuevo su vida social. En uno de los muchos eventos a los que acude conoce a Juan Sobieski, un heroico militar que ocupaba además un escaño en el Sejm (el Parlamento polaco). Todo apunta a que el amor entre ambos surge casi de inmediato y a que, según la mayoría de las fuentes, comenzarían un apasionado romance en el más estricto de los secretos – la pareja solía organizar viajes a Francia, donde era más fácil dar rienda suelta a su amor prohibido -.

En la primavera de 1655 Jan Zamoyski muere de forma inesperada – los rumores de la época no descartan que pudiera haberse dado un caso de envenenamiento -. En cualquiera de los casos, María Casimira y su amante pueden finalmente hacer público su idilio, casándose en julio de ese mismo año – no sin polémica, una vez que en la conservadora sociedad de la época el hecho de no respetar el luto por al menos un año era considerado como poco menos que una herejía -. El primogénito de la pareja, Jacobo (1667-1737), llegaría a los dos años del casamiento, siendo el primero de un total de trece hijos, muestra del gran amor que María Casimira y Juan se profesaban.

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Entretanto la carrera militar de Juan alcanzaba su cénit al liderar la victoria del ejército polaco en la Batalla de Chocim, en la que el Imperio Otomano fue derrotado en tierras ucranianas. Esta hazaña coincidió con la muerte del rey Miguel I (1640-1673), quien no había tenido descendencia con su esposa, la reina Eleonora (1653-1697). A consecuencia de ello, el estado polaco se vio en la tesitura de elegir a un nuevo Monarca. El nombre de Juan Sobieski, considerado como un héroe por la población, fue entonces el que más apoyos recibió. Según los historiadores actuales, su esposa habría sido una ayuda indispensable en la elección de su marido como Rey, a través de discretas maniobras diplomáticas y secretas reuniones con personalidades influyentes de la corte polaca. El rey Juan III fue coronado el 2 de febrero de 1676.

El reinado de Juan III se caracterizó por un acercamiento estratégico a Francia, que hoy se interpreta como un signo del peso político de la Reina. En realidad, la gran obsesión de la Soberana durante estos años no era otra que asegurar la sucesión de la corona en la persona de su primogénito, lo que, en su opinión, garantizaría el bienestar y el progreso de toda su familia.

Fue la reina María Casimira una mujer interesada por el arte, especialmente por el teatro, siendo en gran parte responsable de la difusión de las artes escénicas en tierras polacas. La propia Reina llegó a interpretar pequeños papeles en veladas teatrales que con regularidad se organizaban en Palacio.

La salud del Rey comenzó a deteriorarse, en gran parte debido a su incansable actividad en el campo de batalla. Es conocido que la Reina se desvivió por su esposo enfermo, pasando noches enteras en vela cuidándolo. En 1696, sin embargo, Juan III moría de un infarto fulminante. La Reina, devastada, pasó semanas sin parar de llorar, al borde la locura.

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Pese a los intentos de la reina María Casimira para que su hijo ascendiera al trono, finalmente el Parlamento polaco elegiría como sucesor a Augusto II (1670-1733), de origen alemán. Humillada, la antigua Reina decidió abandonar Polonia, dirigiéndose en primera instancia a Roma, donde se convirtió en una figura muy respetada de la alta sociedad italiana. En tierras transalpinas, la Reina incidiría en su labor como mecenas del teatro, organizando innumerables representaciones, que se encargaba de sufragar de su propio bolsillo. Su palacio romano comenzó de hecho a ser conocido como el Teatro Sobieski, una vez que las representaciones se sucedían casi cada noche.

Nunca olvidó la reina María Casimira a su amada Polonia, intentando incansablemente promover a su hijo Jacobo como posible candidato al trono, lo que sería fuente de no pocos incidentes diplomáticos.

Al final de su vida, la Reina decidió regresar a su país natal, algo que le fue concedido por el rey Luis XIV (1638-1715) en 1714. Cansada, gravemente endeudada y con una salud cada vez más frágil, la Reina ni siquiera es capaz de viajar a Versalles para agradecer al Monarca galo su hospitalidad. Con 75 años de edad, María Casimira de Polonia muere en Blois, a orillas del Río Loira. Sus restos mortales son transportados a Polonia, donde son enterrados al lado de los de su marido en la Iglesia de los Capuchinos de Varsovia. Veinte años después los cuerpos de los reyes Juan y María Casimira serían llevados a Cracovia para ser inhumados con todos los honores en el Panteón Real de la Catedral de Wavel, junto a todos los Reyes polacos.