La condesa viuda de Ripalda, María de la Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Bobadilla, descansa ya en el panteón de la familia en el templo románico de Santo Domingo en Soria, donde esta mañana han sido depositadas sus cenizas al término de una emotiva ceremonia.
Medio millar de personas ha abarrotado la iglesia, situada en el casco viejo de Soria, a un centenar de metros de la casa solariega de los Marichalar, el palacio de los San Clemente, desde donde se han desplazado a pie los seis hijos de la fallecida y sus respectivas familias. Entre los nietos que han despedido a su abuela se encontraban Felipe y Victoria Federica de Marichalar. Los hijos de Jaime de Marichalar y de la infanta Elena han llegado al templo del brazo de su padre, que ocultaba el dolor por la pérdida de su madre, tras unas oscuras gafas de sol.
La infanta Elena finalmente no ha asistido al funeral. Tanto ella como su madre, la Reina, visitaron el pasado martes a María de la Concepción Sáenz de Tejada en el Hospital de La Paz, y ambas apoyaron con su presencia a la familia poco después de producirse el fallecimiento. La Reina siempre ha mantenido una relación cercana con la condesa viuda de Ripalda como abuela de Felipe y Victoria Federica, por eso acudió también al domicilio de Jaime de Marichalar para transmitirle sus condolencias.
El sacerdote Ignacio López, amigo de la familia Marichalar, ha oficiado un funeral en el que la madre Ignacia María, abadesa de las monjas clarisas que desde 1853 habitan y cuidan el convento de Santo Domingo, ha alabado la figura de "Doña Concha", la condesa viuda de Ripalda. Desde su clausura, de espaldas a la iglesia con la que comunica el convento a través de una ventana en la nave superior, las monjas han entonado diversos cánticos durante la misa, al término de la cual las cenizas de la finada han sido depositadas en el panteón familiar, al final de la nave central, junto a la cabecera del templo. El alcalde de Soria, Carlos Martínez, ha asistido a las exequias después de saludar a los familiares en la puerta de la iglesia.
La condesa, de 85 años, falleció en Madrid la noche del pasado jueves después de permanecer cuatro días ingresada en el hospital La Paz. Ahora descansa junto a su esposo, Álvaro de Marichalar y Bruguera, fallecido en 1978 y con quien tuvo seis hijos: Amalio Joaquín, Ana, Álvaro, Jaime, Luis María e Ignacio.
Siempre discreta, las últimas imagenes de la condesa viuda de Ripalda pertenecen a mayo de 2013 cuando asistió a la comunión de un familiar en Soria. En 2010, se mostraba radiante por la boda de su hijo Álvaro y Ekaterina; y un año antes asistió del brazo de su hijo Jaime a la comunión de su nieta Victoria Federica.