Todos los caminos (de ayuda a la mujer) conducían a Malasia y las Princesas se pusieron en marcha por la ruta de la solidaridad. Así que Mette-Marit de Noruega y Mary de Dinamarca viajaron esta semana al país del sureste asiático para participar en la conferencia internacional Women Deliver, cuyo objetivo es discutir sobre los derechos y la salud de mujeres y niñas en el mundo. El encuentro, que finaliza hoy, se ha celebrado en el centro de convenciones de Kuala Lumpur. Allí la princesa Mary compartió asiento y charla con la princesa Mabel de Holanda, que va recuperando poco a poco su antigua vida después el fatal accidente de su marido, el príncipe Friso, y tampoco faltó a esta cita. Aprovechando su estancia en la ciudad, la princesa Mary está visitando además varios proyectos de ONG locales y realizando actividades relacionadas con la promoción de intereses empresariales daneses en Malasia.
Un hospital, una escuela, un taller de moda… han sido testigos estos días de la calidad humana de la Princesa. Y anoche acudió a una cena de negocios entre empresarios daneses y malasios, que se celebró en un céntrico hotel de la capital, Kuala Lumpur. La princesa Mary pronunció un discurso, que incluyó una parte en malayo, para júbilo del público local, al que se ganó desde el minuto uno, y entregó varios premios a empresarios por su trabajo de promoción de productos daneses en el extranjero. Aprovechó también la jornada de ayer para visitar un centro del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Malasia, país que acoge cerca del noventa por ciento de los desplazados birmanos. La Princesa recorrió el centro y dio muestras de ánimo a los cientos de refugiados que viven allí, siendo especialmente cariñosa con los niños, finalmente abandonó el lugar bastante afectada por la experiencia.
En calidad de su puesto de enviada especial del Programa de Naciones Unidas contra el Sida (UNAIDS), la princesa Mette-Marit participó en una mesa redonda donde jóvenes líderes de todo el mundo discutieron cuestiones vinculadas con la salud y los derechos reproductivos de las mujeres, también desde la perspectiva del Sida y del VIH. Tras la reunión, la princesa Mette-Marit mantuvo varios reuniones con grupos de jóvenes de UNAIDS y con representantes de mujeres portadoras del virus y personas que trabajan en la lucha contra el Sida en Malasia y en el resto del Sureste Asiático. Cerró su primera jornada en la residencia del Primer Ministro malasio, donde su esposa, Datin Paduka Seri Rosmah Mansor, la invitó a tomar té y a mantener una charla, ya que ella es protectora del Consejo malasio contra el Sida.
Al día siguiente el programa de la princesa Mette-Marit fue tan agitado como el anterior. Comenzó la jornada temprano participando en un panel sobre la mortalidad de las madres organizado por el Programa de Naciones Unidas contra el Sida (UNAIDS). Luego, visitó la caseta noruega en el salón de exposiciones de la conferencia internacional, en la que están presentes varias ONG de este país nórdico. Hizo un hueco en la orden del día para visitar un hogar para niños infectados con el VIH o que han perdido a sus padres por culpa del sida, financiado por el Consejo contra el SIDA de Malasia. Los niños la recibieron con canciones y le contaron sus esperanzas y retos, según informó la Casa Real noruega. Y cerró el día en la gala de entrega de los premios Impact, de la organización Populations Services International (PSI), en la que pronunció un discurso. Hoy concluye la conferencia, pero las Princesas seguirán trabajando por la causa en otro punto del mapa de la solidaridad.