'Amour' en Mónaco: el corazón de Paulina Ducruet también tiene dueño
La hija de Estefanía de Mónaco sale desde 2011 con el futbolista monegasco Paul-Noël Ettori
No era posible escenario mejor que la ciudad del amour para descubrir el nuevo romance del clan Grimaldi. Y es que el corazón de Paulina Ducruet, como el de sus primos Casiraghi, también tiene dueño. La hija de la princesa Estefanía de Mónaco, digna heredera del encanto y la elegancia de las damas de la Familia Principesca y, junto con su prima Carlota Casiraghi, representante de la nueva generación de bellezas monegascas, sale desde hace dos años con el futbolista monegasco Paul-Noël Ettori, pero su noviazgo no ha trascendido hasta estas vacaciones de Semana Santa, en las que se les ha visto al fin pasear su amor por las calles parisinas.
La pareja, que se conoció en 2011, cuando ella tenía 17 años y él tenía los 21, comienza ahora una nueva etapa de su relación en París, donde la joven estudia moda y adonde su novio se ha trasladado para acompañarla, mientras intenta hacerse un hueco como modelo y actor después de haber aparcado el fútbol, donde ha jugado como portero en los equipos Mónaco B y Nimes. Paul-Noël, además es hijo de una de las leyendas del fútbol francés, del guardameta Jean-Luc Ettori, quien ostenta el récord de partidos jugados en la liga francesa y además, también vistió la camiseta de su selección en el Mundial de 1982, que tuvo lugar en España.
Aunque la discreción es su máxima, Paulina Ducruet dio una pista de que su verdadera pasión se encontraba en el terreno de juego en una de esas contadas apariciones públicas en el estadio monegasco Luis II en la que demostró devoción en las gradas. Una de esas escasas, porque solo interrumpe su retiro público para apoyar las causas de Estefanía de Mónaco y después vuelve a desaparecer sin dejar rastro. Ni el balcón de palacio, ni las galas del Principado, ni las pasarelas internacionales consiguen que abandone su refugio, ahora parisino y compartido con su novio. Aunque sabemos que tarde o temprano compensará a sus admiradores la larga ausencia: bien con un nuevo repertorio de apariciones con fines benéficos bien con una puesta en escena tras otra más deslumbrante que la anterior en la célebre carpa monegasca en las que desplegará como siempre belleza y elegancia. Como buena Grimaldi.