La princesa Masako y su hija Aiko cumplen años llenas de alegría
La esposa del heredero tiene un motivo grandísimo para sonreír en su 49 cumpleaños: su hija, que cumplió 11 años hace dos semanas, ha superado sus problemas escolares
La princesa triste está más feliz que nunca porque su hija ha superado sus problemas escolares. Así lo ha hecho saber en un comunicado emitido con motivo de su 49 cumpleaños. En él expresa su alegría con respecto a la situación de la princesa Aiko, que asiste sola al colegio desde el año pasado y participa activamente en actividades extraescolares.
Y es que durante varios meses entre 2010 y 2011 Masako tuvo que acompañar a Aiko a clase diariamente, después de que la niña quedase conmocionada por el "comportamiento brusco" de algunos compañeros de su curso. Hace dos semanas, Aiko cumplió 11 años y lo hizo llena de ilusión. En los jardines de su casa y rodeada del cariño de sus padres, la pequeña posó con una gran sonrisa para los fotógrafos allí presentes. Su madre también sonreía de felicidad al ver a su hija totalmente recuperada.
Sin embargo, ella prosigue con el tratamiento médico debido a la depresión inducida por estrés que sufre desde hace diez años. Su equipo médico ha señalado en otro comunicado que la princesa padeció mucho cansancio físico y mental desde el otoño de 2011, pero que se recupera gradualmente tras disfrutar de un periodo de descanso el pasado verano. Por eso, las dosis de medicación son cada vez más pequeñas.
Masako ha querido aprovechar su cumpleaños para agradecer el "caluroso y continuado apoyo" que ha recibido en este tiempo del pueblo nipón. "Dado que el tratamiento ha durado tanto tiempo, supongo que he causado mucha preocupación", dice el documento, publicado por la Agencia de la Casa Imperial. "Me gustaría aprovechar esta oportunidad para expresar de corazón mi gratitud hacia la gente del país por su caluroso y continuado apoyo", añadió.
La princesa ha limitado sus apariciones públicas y compromisos oficiales desde que en 2003 la Casa Imperial reveló que sufría de estrés, que algunos achacan a la rigidez del protocolo de la Casa Imperial y a las fuertes presiones que ha soportado para tener un hijo varón que perpetúe la línea imperial nipona.