El pueblo japonés vive estos días con preocupación por el estado de salud de su emperador Akihito, que a sus 77 años lleva ingresado en un hospital Universitario de Tokio desde el pasado 6 de noviembre. Ingresó con síntomas de bronquitis y según un portavoz “como medida de prevención”. Estaba previsto que recibiera el alta médica el pasado viernes, pero sufrió un empeoramiento y la Casa Imperial de Japón informó de que tenía “fiebre persistente” y que por este motivo permanecería en este centro hospitalario. Desde la recaída del fin de semana, no han vuelto a informar de una posible fecha para el alta médica, pero los médicos le habrían recomendado que se quedara hasta finales de mes.
Es la segunda vez que Akihito tiene que ser ingresado en lo que va de año, ya que en febrero estuvo recibiendo un tratamiento para la esclerosis coronaria que padecía. Se cree también que por el estrés producido por la tragedia del terremoto y posterior tsunami, ocurridos el 11 de marzo, que dejaron a su paso miles de víctimas y numerosos destrozos, su estado de salud se ha visto debilitado. Aunque esto no impidió que se acercara a dar consuelo a los familiares de las víctimas de la tragedia y a los refugiados y ofrecer su primer mensaje televisado en sus 22 años de reinado.
Por el momento, es su hijo mayor, Naruhito, quien se está encargando de cumplir con sus compromisos de la agenda oficial de la Casa Imperial japonesa y el Gobierno del país le ha autorizado para actuar en su nombre.