La infanta Cristina, los reyes de Suecia, los grandes duques de Luxemburgo... despiden a Otto de Habsburgo en Viena

El primogénito del último emperador del Imperio austro-húngaro, Carlos I, y la emperatriz Zita, falleció el pasado 4 de julio a los 98 años de edad

por hola.com

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Este fin de semana la realeza europea se ha reunido en Viena para dar su último adiós a Otto de Habsburgo que falleció el pasado 4 de julio a los 98 años de edad en la residencia familiar de Poecking (Alemania), precisamente el mismo lugar donde el año pasado murió su esposa, la princesa Regina de Sajonia-Meiningen, con la que compartió su vida durante casi 60 años y tuvo siete hijos.

La infanta Cristina, los reyes de Suecia, los grandes duques de Luxemburgo, la princesa Michael de Kent, la princesa Astrid de Bélgica y su marido, Lorenz, el príncipe Hans-Adam de Liechtenstein y su esposa, la princesa María, y los ex monarcas Simeón de Bulgaria y Miguel de Rumanía, fueron algunos de los representantes de muchas de las casas reales que quisieron estar presentes en el funeral por el alma del primogénito del último emperador del Imperio austro-húngaro, Carlos I, y la emperatriz Zita, que ha puesto fin a una semana de celebraciones en su honor.

Durante la emotiva ceremonia que duró más de cuatro horas y tuvo lugar en la Catedral de San Esteban, el cardenal de Viena, Christoph Schönborn, ofició el réquiem solemne junto a obispos de varios países que en su día estuvieron bajo el control de la dinastía Habsburgo. Sin embargo, no sólo la realeza y altos cargos asistieron al acto sino que cientos de ciudadanos salieron a la calle para despedirse del hijo del último emperador de Austria cuyo féretro estaba cubierto por un paño amarillo y negro, los colores de la Casa Habsburgo, con el escudo de armas imperial. Tras la ceremonia, el cortejo fúnebre abandonó la catedral y recorrió los casi 3 kilómetros hasta el templo de la Cripta de los Capuchinos, donde reposan los restos de 144 miembros de la familia Habsburgo, y donde fue enterrado junto a su esposa, la princesa Regina. 

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Escoltado por una compañía de tiradores tiroleses y decenas de otras formaciones militares del antiguo Imperio, el cortejo fúnebre atravesó la Plaza de los Héroes, entrada al conjunto del Hofburg, el antiguo Palacio Imperial, donde fue saludado por una salva de 21 cañonazos. A su llegada a la Cripta, se celebró la tradicional ceremonia en la que un chambelán llama varias veces ante la puerta del recinto funerario. Desde el interior, un monje capuchino pregunta quien llamaba, a los que por dos veces se le contesta con los títulos, cargos y honores, nobiliarios y civiles del fallecido. Tras negar por dos veces conocerlo, el monje por fin abrió la puerta al anunciar el chambelán que quien llama era un simple mortal y pecador. "Este puede entrar", concede entonces el monje.

Pese a que no fue un funeral de Estado, ya que Austria abolió la Monarquía en 1918, sino una ceremonia privada con honores militares, no han escatimado en gastos y según el ministerio del Interior el coste del gran despliegue ascenderá a más de 100.000 euros: 400 agentes de Policía y una guardia de honor para velar los féretros que ha aportado el Ejército. Además, el Ring vienés, la principal arteria del centro de la ciudad, quedó cortada al tráfico a partir de las 15:00 horas y la estación de metro junto a la catedral no prestó servicio, así como varias líneas de tranvías.

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Como no podía ser de otra forma, además de los miembros de la realeza europea y varios jefes de Estado y Gobierno, entre los que se encontraba el presidente de Georgia, Michail Saakaschwili, y el presidente austríaco, Heinz Fischer, los hijos de Otto de Habsburgo y sus respectivas familias acudieron de riguroso negro para dar su último adiós a su padre. El archiduque Carlos llegó a la Catedral de San Esteban acompañado por su esposa, Francesca de Habsburgo, hija del barón Thyssen, y sus tres hijos, Leonor, Fernando y  Gloria. Por su parte, su hermano Jorge acudió con su mujer, Eilika von Oldemburg, y sus tres hijos.

Siguiendo una antigua tradición de Austria, los corazones deben enterrarse por separado y por ello, a pesar de que sus restos mortales descansarán en la Cripta de los Capuchinos, la urna con el corazón de Otto de Habsburgo fue trasladada este domingo a Hungría, un lugar muy especial para él ya que hace años fue educado por los monjes del monasterio benedictino de Panonhalma.