De tal Reina, tales Princesas. Si Rania de Jordania no se salta su tabla de ejercicios ni cuando está de viaje oficial en cualquier rincón del mundo, sus hijas, la princesa Imán, de 14 años de edad, y la princesa Salma, de casi 10, apuntan maneras y siguen sus pasos con coreografía de fitness. Y, además, a buen ritmo: recibieron el pasado fin de semana su propia medalla en la tradicional ceremonia de entrega de los Premios Fitness, presididos por los Reyes jordanos.
Abdalá y Rania de Jordania, acompañados por su hijo pequeño, el príncipe Hashem, de casi cinco años, y por el hermano del Rey, el príncipe Faisal, sin su recién esposa, Sarra Qabbani, presenciaron una edición más de estos galardones, pero sobre todo una edición muy especial debido a la participación de las princesas Imán y Salma. No se perdieron detalle de la actuación de las dos jóvenes en cada una de las diferentes pruebas de la competición -carrera, abdominales, fondos, estiramientos...-, y pese a que asistían a la ceremonia en calidad de soberanos, no de padres, el brillo de su mirada testimoniaba su admiración y orgullo.
Se notó especialmente este regocijo en sonrisas que se pretendían sin éxito disimuladas y en miradas esquivas que, pese a vanos esfuerzos, resultaban chispeantes, cuando el rey Abdalá hizo entrega personalmente a sus hijas de las preciadas medallas; cuando la reina Rania las felicitó, y cuando posteriormente el matrimonio hizo el tradicional posado de familia junto a las jóvenes y los demás estudiantes participantes en el torneo. La paternidad no entiende de protocolos.