Aquellos que ocupan un lugar en nuestro corazón, bien merecen también un hueco en una agenda. Aunque sea oficial ésta. Así lo han hecho el príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa, la Duquesa de Cornualles, que han aprovechado su primera visita de Estado a Chile, donde permanecerán hasta el próximo día 11, momento en el continuarán su viaje hacia Brasil y Ecuador, para quedar con una antigua novia del Heredero, Lucía Santa Cruz, que fue quien además les presentó.
Como ayer, casi cuatro décadas después, volvieron a ser el trío bien avenido de siempre. La Duquesa de Cornualles abrazó anoche al amor de juventud de su esposo, y sin embargo amiga, en una viña orgánica en Chile muy frecuentada por la pareja real. El príncipe Carlos salió a los 23 años con Lucía Santa Cruz, de 28 entonces, quien tiempo después, en los años setenta, presentó Camilla al Príncipe tras un partido de polo. Sabía lo que hacía o, al menos, eso creía: le dijo que tenía "la chica idónea" para él. Lucía puso tierra de por medio e hizo carrera en Chile. Figura en su Currículo: los cargos de Directora de Estudios de la Universidad Adolfo Ibáñez, miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, directora del Banco Santander Santiago, de la Compañía de Seguros Chilena Consolidada, de Nestlé e Icare, Vicepresidenta del Directorio de TVN y los estudios de bachelor of Arts de la Universidad de Londres y master of Philosophy de la Universidad de Oxford. La velada fue un viaje relámpago a los buenos tiempos jóvenes.
Un hueco a una apretada agenda
De regreso al presente, la pareja real tenía una apretada agenda por delante. Ya habían sido recibidos en el Palacio de la Moneda por la Presidenta del país, Michelle Bachelet, donde pasaron revista a las tropas. Después tuvieron una reunión en el interior de palacio marcada por la preocupación sobre el cambio climático y la cooperación en defensa con el Reino Unido. Tras la reunión, y debido a la gran expectación que ha creado esta real visita entre los chilenos, el Príncipe de Gales y su esposa salieron al balcón del palacio a saludar a los numerosos curiosos que se agolpaban para verles.
Había mucho más: el Príncipe visitó una fábrica amable con el medio ambiente; la pareja real saludó a las multitudes que les aclamaba en el puerto de Valparaiso antes de encontrarse con un grupo de niños (algunos con autismo y síndrome de Down) de una escuela, que recibe la financiación de la comunidad inglesa local, y el Heredero pasó revista a la guardia de honor del cuerpo de bomberos de voluntarios. Y la gira continúa.