Han sido cinco días llenos de emociones y encuentros para Benedicto XVI. Desde su llegada a Washington, el pasado miércoles, el Papa ha cumplido con una agenda repleta de compromisos, esfuerzo que se ha visto recompensado por el cariño y el apoyo de personalidades y fieles en Norteamerica. A su llegada a la capital de Estados Unidos, el Santo Padre descendía del avión sonriente y agitando el solideo. A pie de pista lo esperaban unos anfitriones muy especiales: el Presidente de Estados Unidos, George Bush, su esposa Laura y su hija Jenna, que se mostraron muy afectuosos con él.
Tras este caluroso recibimiento, el Sumo Pontífice dio un discurso en los jardines de la Casa Blanca, ante más de 12.000 personas, que entonaron espontáneamente el 'Cumpleaños Feliz', ya que ese mismo día Benedicto XVI cumplía 81 años. Al día siguiente se dirigió hasta el estadio Nationals Park de Washington, donde ofició una de sus misas más multitudinarias: más de 45.000 personas se congregaron para oir sus palabras. El acto religioso estuvo acompañado por música que reflejaba perfectamente la multiculturalidad de los católicos en Estados Unidos: sonaron desde notas de Gospel a acordes típicos de Latinoamérica. Además, el estadio se llenó con la voz del tenor español Plácido Domingo, quien demostró su admiración y respeto al Santo Padre.
El mensajero de la reconciliación
Durante su estancia en Washington el Sumo Pontífice también ha querido escuchar el doloroso testimonio de varias personas que sufrieron abusos por parte de sacerdotes. Benedicto XVI ha trasmitido su consuelo a estas víctimas y condenado enérgicamente a los responsables de su sufrimiento.
Posteriormente, se trasladó a Nueva York, donde también ofició otra misa en el estadio de los Yankees. Su próxima cita tuvo lugar en la sede de las Naciones Unidas, donde se reunión con su Secretario General, Ban Ki-Moon. Allí el Papa pronunció un discurso en francés en el que instó a la comunidad internacional a "una búsqueda más perfecta para resolver los conflictos, bajo el espíritu del diálogo y la reconciliación". Él mismo dio ejemplo de su mensaje con su visita a una sinagoga judia de East Park, para celebrar la llegada de su Pascua.
El periplo estadounidense del Santo Padre acaba hoy, con su visita a la Zona Cero, pero antes tenía previstas varias actividades como el paseo en Papamóvil por la Quinta Avenida o la misa que ha celebrado en la Catedral de San Patricio Benedicto, que ha tenido como protagonistas a los jóvenes católicos estadounidenses, quienes le entregaron como ofrendas pan, arroz y maíz, "símbolos de la riqueza de sus diferentes tradiciones", según explicó un portavoz del Vaticano. En la ceremonia participaron los alumnos del seminario de San José, donde llevó a cabo una distendida reunión con un nutrido grupo de jóvenes.
Tampoco quiso olvidarse de los que más sufren y en el mismo lugar se acercó hasta un grupo de niños discapacitados y a sus familiares para darles su bendición. En todo momento se mostró cercano y cordial con los más pequeños y repartió abrazos y palabras de consuelo entre ellos. También ha sido un momento muy emotivo su llegada a la Zona Cero, donde ha dedicado una oración a las víctimas del 11-S. Posteriormente, el Santo Padre ha departido con los héroes anónimos de aquel día, supervivientes y familiares de personas que perdieron la vida en los ataques.