Ya fuera cogiéndola del brazo, o tirando de su mano para ponerla a su altura cuando visitaron un centro de inserción social y profesional para jóvenes o riéndose con ella como si fueran dos viejas amigas. Fue, sin embargo, en las últimas horas que pasó la Reina de España en Marruecos cuando ésta rompió visiblemente el protocolo en el Palacio Real de Tánger.
Con su inmensa profesionalizad y naturalidad, doña Sofía provocó que Sansegundo, ministra de Educación, saludara antes a la esposa que al hermano del Rey quebrantando así la indicación del maestro de ceremonias que, por puro protocolo estaba dando preferencia a Moulay Rachid. Una deferencia histórica que, sin duda, marcará un antes y un después en la historia de Marruecos. En ese país en el que conviven el desierto y el oasis, donde la tierra huele a azafrán, los viernes son sagrados y el siglo XXI se pierde entre las mezquitas, los chadors y los zocos empapelados de jarrones y alfombras, ya nadie podrá olvidar el nombre de Salma Benanni. La joven marroquí de la que, ya se sabe pasará a protagonizar un gran papel histórico en una monarquía con doce siglos de existencia como esposa del rey de Marruecos.
Ingeniero de profesión y universitaria de vocación, ella es sin duda la figura hacia la que se han vuelto todas las miradas por considerar que su persona representa todas las esperanzas para que la situación de su país cambie realmente en los hechos y en el derecho. Tal y como anunció el Rey al principio de su reinado: la importancia del papel de la mujer marroquí en el Marruecos del mañana. Un deseo que Mohamed VI ha puesto en marcha con la reforma del Estatuto de la mujer, conocida como Mudawana. Su llegada a la corte hace casi tres años -la boda se celebró en marzo de 2002- supuso el inicio de una nueva leyenda y de unas nuevas esperanzas. Mohamed VI había decidido casarse, según el dictado de su corazón, con una chica de clase media. Él que es por parte del padre, descendiente del profeta Mahoma; y de Latifa, hija de los famosos guerreros Zaïans de los montes Atlas, bereber.
Ahora, la princesa Salma habrá de seguir inventándose, en el día a día, un estilo para sí misma, una vida en la que ejercer un papel como princesa sobre el que nadie ha escrito nada hasta el momento... Caminando de puntillas hacia el objetivo, haciendo el bien y ayudando a los suyos sin molestar a nadie. Gran responsabilidad para la esposa de un Rey, sin duda.