Para muchas mujeres, su vestido de novia es algo único y de un solo uso, reservado para un día muy especial. Otras, sin embargo, hacen gala de su lado más práctico y recurren a looks nupciales perfectamente válidos para darles una segunda vida después de la boda. Así ocurrió con Caitlin Mociun, la novia que no se quiso casar de blanco y eligió un veraniego vestido de rayas, o con Caroline Brasch, la influencer que rompió la rigidez de su look nupcial con un abrigo de leopardo, algo extravagante para una novia pero un buen fondo de armario para el día a día. Al igual que la modelo nórdica, han proliferado las novias de otoño que dan un paso adelante en su firme decisión por llevar unas chaquetas que, a buen seguro, más tarde podrán reciclar.