Joyas con las que sellar las mejores historias de amor
Los anillos de compromiso han evolucionado hasta adaptarse a los gustos y necesidades de cada pareja
Regalar un anillo de compromiso es una tradición muy arraigada en nuestra sociedad y, como tantas otras, tiene unos orígenes bastante antiguos. Hay que remontarse al año 1477 al momento en que Maximiliano I de Austria le pidió matrimonio a María de Borgoña para encontrar ese primer símbolo. El archiduque, para demostrarle su amor, le regaló un anillo de oro con un diamante, un detalle romántico con el que creaba, sin saberlo, un precedente.
Los primeros diseños eran sencillos, apenas una circunferencia con la que simbolizar la eternidad de un amor que no tiene ni principio ni fin. Pero poco a poco se fueron sofisticando hasta que llegaron, a finales del siglo XIX, los solitarios. Piezas depuradas con un diamante principal que, en la actualidad, se han convertido en las más solicitadas. Algo de lo que la firma de joyería Cartier sabe mucho porque, para ellos, el amor tiene más de 160 años y se materializa con diseños elegantes, bellos y de calidad.
VER: Joyas con las que sellar las mejores historias de amor
No en vano han sido testigos del compromiso de parejas legendarias como Liz Taylor y Richard Burton y aquel diamante totalmente puro de 33,19 quilates con el que Richard pidió a Liz que se casara con él. Una joya única que ha pasado a la historia por ser uno de los anillos más caros del mundo, valorado en más de 8,5 millones de euros. O aquel delicado anillo que el príncipe Rainiero regaló a Grace Kelly. Una joya de corte clásico que a la princesa de Mónaco siempre le gustó lucir hasta el final de sus días.
Hay muchos factores que influyen a la hora de elegir la sortija perfecta. Puede ser la estética, la autenticidad, la calidad o, simplemente, la originalidad de su diseño. Pero lo cierto es que se suelen invertir de media entre cuatro y seis meses hasta dar con la pieza adecuada, esa joya única que, aunque haya evolucionado con el paso del tiempo, sigue teniendo una misma misión: está dispuesta a sellar las mejores historias de amor.