Por norma, el otoño figura a la cola de las estaciones preferidas (universalmente) del año: no es precisamente la estación más cálida ni la más seca, y es durante sus primeras semanas cuando el verano, la época estival, muere poco a poco a medida que va siendo sustituido por la lluvia y el viento. El armario, por si fuera poco, se convierte en un juego de malabares entre las prendas de entretiempo que permiten la transición de una temporada a otra, la superposición de capas y los accesorios.
A pesar de todo, no está de más romper una lanza en favor de la nueva estación, que entra de lleno la semana que viene, al menos en el hemisferio norte: el otoño es la época perfecta para brillar y sacarle todo el partido a la luz natural, aprovechando que los rayos del sol están cada vez más bajos y su incidencia permite efectos de luz que no se dan en otras épocas del año.
Brillos es precisamente lo que no le falta a las nuevas colecciones otoño-invierno: las prendas más festivas de la pasarela, las que se adaptan a las opciones de las invitadas de boda en los próximos meses, son un auténtico espejo de cristales bordados, strass que se hilvana sobre el propio tejido, punto y sedas naturales mezclados con hilos de plata y oro, cuellos y mangas enjoyados con perlas y lentejuelas, apliques metálicos y pedrería.
Entre las tendencias que más llaman la atención: la vuelta del brocado, especialmente en oro aunque también en borgoña o azul marino, con motivos ornamentales enroscados sobre el pecho o las caderas que reproducen flores y frutos como los de los bodegones renacentistas, además de camelias, claveles o pájaros. Los broches se prenden a media altura, cerrando algunas de las aberturas de la falda y el cuello, y las incrustaciones de cristal invaden pecheras y cuerpos, e incluso faldas y algún volante péplum.
¿Quieres ver cómo es la tendencia más brillante de las nuevas creaciones de fiesta? Repasamos lo mejor de las pasarelas otoó-invierno en la galería de imágenes.