Bolsos de novia de Jenny Packham, colección de novia de invierno 2014
¿Puede el clutch de novia convertirse en un must have? A falta de comprobar lo que nos tiene deparada la edición de la New York Bridal Week que arranca hoy mismo, si echamos un vistazo a lo que la pasarela neoyorquina nos avanzaba en su últma edición de invierno, todo parece indicar que sí. Barcelona también hacía guiños a esta tendencia apenas un par de meses antes: una nota común a ambos lados del charco (nupcial), que hace presagiar que el bolso de novia nos deleitará con su presencia en las pasarelas que se avecinan.
Bolsos joya de Oscar de la Renta, Nina Ricci y Elie Saab
La encargada de poner la nota española al bolso de novia no era otra que Inmaculada García, que ya con las colecciones 2014 redondeaba los looks de sus novias no tanto con ramos de flores como con bolsos de asa, con esponjosos ejemplos en piel de pelo de color blanco, como con elegantes maletines de boticario, en cuero de aspecto envejecido.
Es precisamente su capacidad para sustituir al consabido ramo lo que hace del clutch de novia una opción tan atractiva, especialmente en las bodas fuera de temporada, donde conseguir una flor natural bonita resulta más difícil que en pleno mes de mayo. El bolso mantiene las manos de la novia ocupadas, es perfecto para una boda civil de invierno, y permite tener a mano (nunca mejor dicho) desde el teléfono móvil -a menudo las novias son las únicas personas de la boda que no tienen un smartphone a su alcance para sacar una foto de su propio día-, hasta la barra de labios, los polvos compactos y las toallitas matizantes para camuflar brillos -todos ellos básicos para retocar el maquillaje de novia-, un espejito o unas medias de respuesto.
Con strass, en seda blanca y terciopelo, de Alexis Mabille Alta Costura y Badgley Mischka
Pero, ¿puede el bolso sustituir a las flores? Esa parece ser la idea, aunque no es absolutamente necesario. La competencia, eso sí, es dura: frente a a la tradición insustituible del bouquet, el bolso de mano ofrece la atemporalidad de poder conservarlo intacto durante años y lo que es más, volver a utilizarlo pasado un tiempo. Algunos modelos, como los minaudières o las bomboneras, se convierten además en pequeñas joyas que nunca pasan de moda, gracias a incrustaciones de pedrería, forros en seda salvaje, terciopelo, bordados o lentejuelas. Importante, eso sí, que incoroporen correa, especialmente si se van a lucir en combinación con vestidos muy voluminosos.