Anillo con diamantes de talla marquesa, de Jean Schlumberger
Los diamantes son para siempre, y la talla elegida para cada uno, también. Cada piedra tiene una forma, corte y transparencia únicas, que definen tanto la personalidad del anillo elegido como la de la mujer que lo lucirá en su dedo. Las tallas de los diamantes determinan el grado de refracción de la luz, oscilando entre modelos sencillos que respetan la pureza de la piedra, hasta los más excéntricos, de complicadísima talla y, por tanto, muchísimo más costosos.
De entre todas las posibles tallas de diamante, el de corte marquesa es quizá el más excéntrico, con una complicado pulido de fantasía en 56 facetas. Estos diamantes, en forma de óvalo alargado, arrastran consigo la leyenda de la Marquesa de Pompadour, para quien el mismísimo Luis XV ordenó tallar una joya que tuviese la forma de su sonrisa.
Anillos de Tiffany's con diamantes talla baguette, redonda, princesa y pera o lágrima
En el otro extremo de la balanza, los diamantes redondos son el corte más frecuente en las vitrinas de las joyerías: una piedra delicada y sencilla, que funciona a la perfección como solitario o rodeada de pequeños brillantes, y que es a la vez sencillo, versátil y especialmente luminoso. Una apuesta segura, que se adapta al dedo y forma de ser de casi cualquier mujer.
Los anillos de inspiración vintage suelen contar en su montura con los populares diamantes de talla pera o esmeralda: piedras con mensaje que hablan al corazón, rectangular y engastado entre baguettes uno -para reforzar el brillo de la cara más plana de este tipo de talla-, y con 58 facetas el otro, tallado de manera similar al redondo pero con un acento ligeramente más estiloso, y curvatura a modo de lágrima.
La tradición del diamante cushion se remonta a principios del siglo XX, con corte cuadrado a rectangular y esquinas redondeadas que lo asemejan a un almohadón (de ahí su nombre: cushion es cojín en inglés). La talla es perfecta para los anillos antiguos y las piezas familiares, y resulta ideal para engastar nuevas piedras en una joya con tradición.
Igual de romántica resulta la elección del diamante ovalado y el corazón, la elección ideal para una pedida de mano en San Valentín. Eso sí: a la hora de provocar sorpresa con una piedra que brille como ninguna otra, sin duda las tallas princesa y radiante son las grandes favoritas, sus esquinas sin cortar y superficie de hasta 76 facetas.