Una variante sorprendente del clásico anillo de compromiso es el coronado por esmeraldas: las piedras que fascinaron a la mismísima Cleopatra son dignas de una Reina, y aunque no estén ligadas a unas características físicas que las haga especialmente valiosas respecto a otras de mayor dureza, como el rubí o los mismos diamantes, pueden lucir igual de exquisitas a la hora de dar el gran paso, y marcar la diferencia respecto a cualquier anillo convencional.
Angelina Jolie en la gala de los Oscar 2009, con pendientes y anillo de esmeraldas colombianas.
La magia de esta piedra reside en el simbolismo que ha cargado a lo largo de la historia, y que la han relacionado con el amor, la esperanza o la eterna juventud, aunque tradicionalmente se la considera la piedra del mes de mayo según el calendario Gregoriano. Consejo para inexpertos: a la hora de dar con una piedra que ‘enamore’ busca siempre entre las que presenten facetas azuladas por encima de las amarillas, sin fisuras profundas, y asegúrate de que se trata de una esmeralda cien por cien natural, con escasos tratamientos sintéticos que la hagan parecer más brillante o transparente de lo que en realidad es.