Barcelona Bridal Week: Ana Torres y Carla Ruiz
Marisa Jara hace acto de presencia en la recta final de la pasarela barcelonesa
Haciendo las veces de invitada de excepción, Marisa Jara ha puesto la nota distintiva a uno de los últimos desfiles de la tarde: la colección de fiesta de Ana Torres, que se sitúa a la altura en elegancia, calidad y saber hacer de otras modistas expertas en vestidos de noche y cóctel que también hemos visto a lo largo de las jornadas de ayer y hoy, ha deslumbrado con una apuesta llena de colores vibrantes y pinceladas serenas en forma de apliques, accesorios y vestidos-joya.
Su propuesta, que ha recibido por nombre ‘Dulce acuarela’, se centra en las líneas fluidas y sinuosas, casi siempre a base de muselina, plumetti y suntuosos bordados en forma de lluvia de cristales. El guiño al sur lo aportan los volantes, aderezados con larguísimos flecos tanto en las propuestas puramente cordobesas como en los modelos de día más sofisticados y modernos. Destacamos: la sorprendente paleta de colores, muy refrescante especialmente a partir de la entrada de los meses de verano, y en la que han brillado el verde, en variantes que van desde el menta y manzana hasta el verde musgo o lima, los tonos bronce y salmón, reinventados de cara a 2012, y un ‘invitado’ poco frecuente a las ceremonias nupciales, el amarillo intenso, que deja atrás las supersticiones con preciosas combinaciones de pedrería en color oro y sandalias de raso en tonos café.
La última en subirse a la pasarela de la Fira de Barcelona (el último desfile, el de Pronovias, se celebrara en el Museu d’Art Contemporani de Catalunya), ha sido Carla Ruiz, que ha contado con un despliegue excepcional a modo de fin de fiesta. Y no es para menos: la firma, además de cerrar la pasarela Gaudí Novias, se estrena en esta edición 2012 por primera vez en la Barcelona Bridal Week, y lo ha hecho cogiendo el testigo de una de las tendencias más destacadas en las pasarelas nupciales de la pasada temporada. Inspirándose en el ballet de El Lago de los Cisnes, la encargada de abrir el pase ha sido una bailarina de la Escuela de Ballet de Barcelona, que ha actuado frente a los flashes de los fotógrafos a modo de introducción de la colección primavera-verano de la firma. Tonos neutros y cálidos, que rememoran la pureza de los cisnes blancos, y que, al igual que sucede en la magistral pieza rusa, poco a poco han ido perdiendo fragilidad a favor de una sugerente sucesión de colores hasta acabar en el negro.
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Barcelona Bridal Week 2012
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Ana Torres y Carla Ruiz, colecciones 2012
Su propuesta, que ha recibido por nombre ‘Dulce acuarela’, se centra en las líneas fluidas y sinuosas, casi siempre a base de muselina, plumetti y suntuosos bordados en forma de lluvia de cristales. El guiño al sur lo aportan los volantes, aderezados con larguísimos flecos tanto en las propuestas puramente cordobesas como en los modelos de día más sofisticados y modernos. Destacamos: la sorprendente paleta de colores, muy refrescante especialmente a partir de la entrada de los meses de verano, y en la que han brillado el verde, en variantes que van desde el menta y manzana hasta el verde musgo o lima, los tonos bronce y salmón, reinventados de cara a 2012, y un ‘invitado’ poco frecuente a las ceremonias nupciales, el amarillo intenso, que deja atrás las supersticiones con preciosas combinaciones de pedrería en color oro y sandalias de raso en tonos café.
La última en subirse a la pasarela de la Fira de Barcelona (el último desfile, el de Pronovias, se celebrara en el Museu d’Art Contemporani de Catalunya), ha sido Carla Ruiz, que ha contado con un despliegue excepcional a modo de fin de fiesta. Y no es para menos: la firma, además de cerrar la pasarela Gaudí Novias, se estrena en esta edición 2012 por primera vez en la Barcelona Bridal Week, y lo ha hecho cogiendo el testigo de una de las tendencias más destacadas en las pasarelas nupciales de la pasada temporada. Inspirándose en el ballet de El Lago de los Cisnes, la encargada de abrir el pase ha sido una bailarina de la Escuela de Ballet de Barcelona, que ha actuado frente a los flashes de los fotógrafos a modo de introducción de la colección primavera-verano de la firma. Tonos neutros y cálidos, que rememoran la pureza de los cisnes blancos, y que, al igual que sucede en la magistral pieza rusa, poco a poco han ido perdiendo fragilidad a favor de una sugerente sucesión de colores hasta acabar en el negro.