Barcelona Bridal Week: Cymbeline y Fuentecapala

La última jornada de la pasarela Gaudí Novias se abre con una novia XL

Por hola.com

Celebrando sus 40 años dentro del mundo de la moda, la firma Cymbeline, con sus tres creadoras a la cabeza, ha inaugurado la cuarta y última jornada de la Barcelona Bridal Week con un extenso desfile, en el que se han presentado más de diez líneas diferentes. Bajo el nombre So chic, So divine, So pretty, So romantic… se han sucedido una tras otra sobre la pasarela, con abundante presencia del crespón y la muselina de seda, adornadas con detalles de flores, asimetrías y divertidos topos en sus propuestas más juveniles. El traje corto, travieso y juguetón, apuesta en esta ocasión por la línea 'A' en tamaño mini, que se remata en volantes y cortes al bies, siguiendo coquetamente el movimiento de las piernas al caminar.

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Cymbeline y Fuentecapala 2012

De entre lo más llamativo, sin duda merece la pena destacar la presencia de la primera novia XL de esta edición (y las anteriores), que ha salido dos veces a lo largo del desfile presentando alternativas sensuales y femeninas, apta hasta para las novias más curvilíneas. Tampoco han faltado los destellos de glamour ‘made in’ Hollywood, con toda una ristra de trajes de estilo sirena en lamé y velours de seda irisados en color plata, una preciosa falda brocada, con corte y bolsillos traseros imitando denim, y dos creaciones en blanco, una en encaje y otra con cuello desbocado y abertura trasera, que enseguida ha sugerido formas muy similares a los vestidos de novia y dama de honor lucidos por Kate y Pippa Middleton hace escasos días.

Por su parte, el chaleco se ha convertido en el elemento diferenciador del desfile de Fuentecapala, el único pase íntegramente masculino de esta edición, y que ha contado con la mujer de Flavio Briatore, la modelo Elisabetta Gregoraci, como modelo de excepción. Sus curvas, eso sí, no han decantado la balanza a favor del vestido blanco sobre el esmoquin: como ‘uno’ más, la modelo italiana ha desfilado en pareja, luciendo piezas de sastrería femenina a juego con las de su compañero de pasarela. Los grises y rojos vino, ambos con efecto metalizado, se han convertido en las dos líneas dominantes, con pocas concesiones a los complementos más allá de los guantes de piel y los brillantes zapatos de charol. El espacio para la improvisación queda pues reducido a los colores y motivos de la prenda sin mangas: cremas, malvas y perlas con efecto nacarado, que en ocasiones se condecoran con motivos de fantasía, como un original estampado representando un skyline, o líneas de escritura a mano contrastadas sobre la seda.