Ni la presencia de Rafael Amargo en el desfile de Matilde Cano ha conseguido eclipsar al que, sin duda, ya se ha convertido en el pase más aclamado de esta edición. Si hay un diseñador que se ha llevado al público ‘de calle’ en la Barcelona Bridal Week, ese no ha sido otro que Jordi Dalmau: su puesta en escena, que ha conseguido poner al público en pie tras combinar una performance de baile (que incluía la escena de un peculiar entierro, plañidera incluida), con una efervescente selección musical, que ha repasado éxitos de Mónica Naranjo, The Pointer Sisters, o el imperecedero himno It’s raining men.
La llamativa escenografía ha casado a la perfección con los vestidos desmontables del diseñador, que este año dan una vuelta de tuerca (algunos incluso llegan a desmontarse dos veces, ofreciendo tres versiones diferentes de vestido), superponiendo frondosas capas de tul con cuerpos-corsé brocados, sobrefaldas de seda de colores, o maxifaldas bordadas enteramente de paillettes, y que dejan como segunda opción un sofisticado traje de noche. Como novedad, las plumas, que aparecen escondidas bajo la falda principal, y los cinturones de pedrería, que permiten dar lugar a este particular ‘strip-tease’ nupcial con un solo gesto.
Elegante y sofisticada como siempre, la colección de moda de fiesta de Matilde Cano se inspira, de cara a 2012, en la Ópera ‘Carmen’ de Bizet. Prendas con marcadas raíces que, sin embargo, no abusan del manido volante (es más, el clásico faralae queda reducido a la mínima expresión), dejando espacio a los flecos, los mantones de manila o las elegantísimas combinaciones de color. La firma, experta en armonizar la paleta cromática para hacerla jugar a su favor, ha destacado por su apuesta por los colores neutros, elegantes y exquisitos, como el camelia sobre negro, el plata y crudo sobre marino, el oro sobre rosa palo o los total looks en rojo pasión.
Por su parte, la particular visión nupcial de la diseñadora coreana Lee Seung Jin, que repite tras el éxito de su pase en la pasada edición de la Barcelona Bridal Week, tampoco ha dejado indiferente a los periodistas y espectadores que han acudido a su desfile: su ‘in crescendo’ ornamental, casi siempre en forma de orquídeas y otros motivos florales, crece exponencialmente hasta pasar de ser un simple ‘jardín’ hasta convertirse una auténtica ‘selva’, con incontables cuentas de cristal, strass y piezas de pedrería, bordadas a mano sobre seda natural. El detalle: los tocados, en forma de peineta con la silueta de una mariposa metalizada, incrustada igualmente de cristales.