Enmarcada por dos hileras de mástiles rayados, redes de pescador, conchas, caracolas y estrellas de mar, las ‘Sirenas’ de Victorio & Lucchino se han convertido en las protagonistas de la jornada: una de las colecciones más espectaculares presentadas hasta el momento, y que ha contado con un auténtico despliegue que transportaba a las modelos a lo más recóndito del fondo marino. El ronroneo de las olas del mar y las proyecciones han pasado a un segundo plano cuando la colección 2012 del dúo sevillano ha hecho aparición sobre la pasarela. El mismo concepto que la escenografía se ha ‘anclado’ a cada uno de los modelos, con líneas que no defraudan respecto a la iconografía habitual de la pareja (ceñidas siluetas sirena, cuellos redondos y bajos donde los volantes se arremolinan como las olas del mar), todo ello velado por delicadísimas capas de tul en color vainilla, marfil y crema.
La puntada de oro la han puesto los detalles, que evocaban el fondo marino, como los velos rematados de encaje simulando espuma, los bordados y cintas sobre malla de punto de red , los abrigos de caracolas o un impresionante modelo abullonado, que recordaba a un saliente de rocas cubierto de crustáceos. El maquillaje y peinado tampoco se han quedado atrás (todas las modelos han lucido una suave piel nacarada, casi iridiscente, y dos pequeños cristales bajo los ojos a modo de lágrimas), y, como suele ser habitual en las colecciones nupciales de Victorio y Lucchino, cada una ha lucido un espectacular y único recogido, coronado con horquillas lacadas en oro, perlas, y espectaculares tocados temáticos con maquetas en forma de navío, caracolas, redes y pequeños pedacitos de coral.
Por su parte, la joven firma YolanCris, fundada por las hermanas Yolanda y Cristina Pérez hace apenas seis años, tampoco ha decepcionado entre sus seguidoras, entre las que se encontraban, entre otras, Elena Tablada o Blanca Cuesta. Sus cuatro líneas nupciales apuntan hacia un nexo común: las reminiscencias de la década de los 70 se hacen evidentes en la combinación, casi constante, de encaje, macramé, red y ganchillo artesanal, en vestidos que funcionarían a las mil maravillas sobre la arena de la playa. Tampoco han faltado las transparencias, los pañuelos de seda estampados con motivos étnicos en color turquesa, los bordados imitando tejido vaquero y un auténtico aluvión de complementos, que ha incluido desde gafas de sol coronadas por mariposas hasta coronas de flores, sombreros de paja y alpargatas-joya.
Como colofón, y para cerrar la juvenil propuesta del dúo, una lluvia de burbujas de jabón ha dado paso a más de veinte modelos cortos, perfectos para el hippie-chic ibicenco asociado a la marca.