Desde que Nicolás de Grecia y Tatiana Blatnik anunciaran su compromiso hace ahora aproximadamente un año, uno de los momentos más esperados de la boda y, como siempre, el secreto mejor guardado era el vestido de la novia. La gran incógnita se desvelaba cuando Tatiana, qué llegó a la iglesia de la isla de Spetses en un carruaje tirado por caballos, apareció y deslumbró a todos los invitados con una creación del diseñador venezolano Ángel Sánchez de corte clásico palabra de honor con cuerpo drapeado y falda evasé, confeccionada con 40 metros de Chantilly francés, todo con delicados bordados y una vistosa cola. Para completar su ‘look’, Tatiana permaneció fiel a su estilo y lució un sencillo recogido adornado y joyas de la Familia Real griega, entre ellas, una tiara que ya llevó Marie-Chantal el día de su boda con el príncipe Pablo de Grecia, celebrada en 1995. Una pieza histórica de la colección de joyas de la Casa Real griega que fue inicialmente un broche que perteneció, primero, a la reina Victoria de Suecia (esposa del rey Gustavo V desde 1881 hasta 1931, fecha de su muerte) y después, a la reina Ingrid de Dinamarca (nacida princesa de Suecia), fue el regalo que los Reyes de Dinamarca hicieron a la princesa Ana María (casada con el rey Constantino de Grecia) cuando ésta cumplió 18 años. La tiara del corsario ha sido usada, especialmente, en la última década y, tan sólo, con ocasión de grandes celebraciones, por la princesa Alexia de Grecia y por su cuñada, la princesa Marie-Chantal Miller, quien la ha convertido en uno de sus complementos preferidos.
Para la ceremonia, la novia llevó un bolero de encaje que, más tarde, se quitó para disfrutar del banquete en compañía de su recién estrenado marido y los 370 asistentes de lujo que acudieron al enlace, muchos de ellos representantes de las casas reales europeas, entre los que se encontraba otra pareja de recién casados, la formada por Victoria y Daniel de Suecia.
Sin duda, un ‘look’ de ensueño para poner el broche final a este cuento de hadas tan ‘real’.