Atemporal, chic, sofisticada, eterna... La alianza es el sello, el punto y final definitivo a vuestro gran día... y el comienzo de vuestra vida en común. Por esta razón, es imprescindible prestar especial atención a la hora de elegir un modelo que dure para siempre, y, a la vez, se ajuste a las últimas tendencias en joyería. ¿Quieres saber por dónde empezar? Sigue nuestros consejos.
Armonía. Si sueles llevar otras joyas habitualmente (reloj, brazaletes, pulseras, otros anillos...), es fundamental que lo tengas en cuenta a la hora de diseñar o encargar tu alianza de boda. Procura que tus piezas favoritas armonicen con ella en color (oro amarillo, oro blanco, rosa, platino...) y proporciones. Piensa que la alianza es una pieza de joyería que va a acompañarte cada día...
Elige bien el día. La medida de los dedos varía en tamaño dependiendo de la estación, la temperatura, o, incluso, del día. Si puedes elegir, procura que el día de la prueba no sea ni demasiado frío ni demasiado caluroso, y evita llevar peso en las manos las horas previas a la cita con el joyero.
Modelos unisex. La tradición manda que la alianza sea la misma tanto para el hombre como para la mujer. Sin embargo, hoy en día es más que habitual ver parejas de alianzas que difieren en tamaño y forma, o novias que deciden prescindir del anillo de compromiso y optan por una alianza con piedras preciosas incrustadas, como los clásicos diamantes, rubíes o zafiros.
Las monturas. Si te decides por una alianza con piedras preciosas incrustadas, es importante que conozcas de antemano los diferentes tipos de montura que puedes encontrar en el mercado. Por un lado, las de puntas compartidas, que usan cable de metal para sostener las piedras y que no se muevan de su sitio. En las monturas de canal, las piedras parecen estar colocadas una al lado de la otra directamente en el metal. Por último, las monturas pavé presentan los agujeros taladrados directamente en el anillo, por lo que la superficie de la alianza parece estar cuajada de diamantes.
Los quilates. El oro es, en si, un material muy blando y suave cuando se halla en su forma más pura. Por eso, su composición en joyería suele estar mezclada con otros metales: los quilates son la medida que define la cantidad de oro puro de cada anillo. A mayor número de quilates, más puro (y caro) es el anillo, pero, también, más flexible y menos duradero. Las medidas más habituales: 14, 18 y 24 quilates, siendo estos últimos los más caros, resplandecientes y frágiles.
El grabado suele ser una inscripción con la fecha de la boda o los nombres de los novios, aunque realmente acepta todo tipo de variaciones: desde vuestros apodos cariñosos hasta una cita que recordéis con especial ternura, el único límite es el espacio.