Si te encuentras dando los últimos retoques a tu gran día es muy probable que hayas planificado tu boda de cara al otoño. En los tiempos en los que la crisis ‘aprieta’ es normal salirse de los márgenes de la temporada alta (de mayo a septiembre) y aprovechar las ventajas de los meses de otoño e invierno aunque eso suponga tener que prescindir de un soleado y luminoso día de primavera…. Si este es tu caso, tranquila: celebrar una boda en otoño no tiene por qué ser sinónimo de días grises y tristes. Las hojas secas y doradas, la neblina de los primeros fríos y los charcos en el suelo pueden resultar un entorno de lo más romántico para darte el ‘sí quiero’, siempre y cuando tengas en cuenta todos los posibles contratiempos ‘climáticos’ por adelantado.
Es cierto que en los meses de octubre, noviembre y diciembre el tiempo puede jugarte una mala pasada: las probabilidades de lluvias y precipitaciones se disparan, y es más fácil tropezarse con un día frío y ventoso que con una cálida tarde de sol. Por eso, es fundamental que para que disfrutes de tu día al cien por cien, planifiques ya tus armas contra el tiempo de otoño: una estola de piel o un sobrevestido te ayudarán a protegerte de inesperadas rachas de frío sin tener que prescindir del vestido de tus sueños. ¿Quieres lucir un escote palabra de honor? Muchas firmas de vestidos de novia diseñan trajes con mangas y colas desmontables para que tú misma lo adaptes a cada etapa del día, a la temperatura...
Dicen que la mayor pesadilla de toda novia es levantarse el día de su boda y al asomarse a la ventana darse cuenta de que está lloviendo. La mismísima Princesa de Asturias tuvo que vérselas con un día de lluvia para celebrar su boda, y eso no restó un ápice de felicidad a su enlace. Las tradiciones más castizas no se olvidan del mal tiempo, y muchas son las que llevan huevos a Santa Clara días antes de la boda para pedirle un día bañado por los rayos del sol… Por si la superstición no funciona, no te olvides de hacerte con unos cuantos aliados 'anti-lluvia'. El más importante: ¡sé positiva! Es el día más feliz de tu vida y la lluvia no es más que un contratiempo sin importancia al que es fácil sacar partido. Piénsalo: la lluvia puede ser cien por cien romántica, íntima y evocadora. Además, los paisajes lluviosos le darán una oportunidad al fotógrafo de jugar con los efectos de luces suaves, y crear originales e irrepetibles imágenes de vuestro día, por lo que no te extrañe si el resultado final es de lo más sorprendente. Eso sí: alíate con un buen paraguas, a poder ser a juego con el vestido, y no olvides a los testigos y damas de honor: también tienen que salir en las fotos, y es mucho mejor que lo hagan a juego que con paraguas totalmente desparejados...
Paraguas vintage para novias de Bella Umbrella, Brollies Gallore y Romero Díaz
Por mucho que te cubras, es posible que algunas gotas logren zafarse de tus precauciones y te arruinen el maquillaje. Procura utilizar base y máscara waterprooof y ten a mano un pequeño neceser con todo lo indispensable para retocarte. Piensa que si te casases en pleno verano también correrías el riesgo de que el maquillaje se derritiese por el calor… ¡nada es perfecto!
Por último, aunque las bodas al aire libre quedan descartadas en estos meses, si aún así quieres dar la recepción en el jardín del hotel, asegúrate de que la carpa es lo bastante amplia como para dar cabida a todos vuestros invitados sin estrecheces. Sirve un menú que combine platos calientes y templados, y aprovecha las temperaturas para llenarlo todo de flores naturales: aguantarán fragantes y espectaculares toda la jornada. Y recuerda, ¡‘novia mojada, novia afortunada’!