Miguel Ríos presentó su autobiografía, una historia que tiene por título Cosas que siempre quise contarte, cuatrocientas páginas en las que ha invertido dos años, los mismos que lleva fuera de los escenarios. La cita para la presentación en Madrid contó con el periodista Iñaki Gabilondo como maestro de ceremonias, un evento al que no faltaron dos grandes amigos y compañeros de profesión del intérprete, Ana Belén y Víctor Manuel. Tras cinco décadas en la carretera, deleitando a su público con su rock, Miguel desvela sus vivencias con un estilo ameno y honesto y confiesa algunos de sus excesos.
“Hay gente que hace una profesión paralela con sus excesos, pero una de las máximas en mi vida siempre ha sido la discreción” confiesa. Miguel Ríos ha tratado de ser siempre un rockero de su tiempo. "Siempre me ha interesado mucho pertenecer al tiempo que me correspondía", comentó a la agencia EFE. En este libro trata de "trascenderse" a sí mismo y con ritmo de "rock and roll" recorre la vida de un artista que quiso ser el rockero de "los de abajo" y "plantarle cara" al poder. En los años 60, dejó su Granada natal para trasladarse a Madrid, una ciudad que en principio creyó “hostil” y que después le descubriría un mundo “increíble”.
Era el pequeño de siete hermanos de una modesta familia en la que el padre moriría pronto, unos humildes orígenes para quien se convirtió en "El Rey del Twist" y que ahora, tras retirarse de los escenarios, se define, entre risas, como "el héroe de la tercera edad". Precisamente, su último concierto en Guanajuato (México) le sirve para comenzar y finalizar el libro y a los lectores para percatarse desde el principio del carácter de este músico, que prefiere estar cerca de "la gente de calle". Su gira Bye, bye, Ríos. Rock hasta el final puso el colofón a una carrera plagada de éxitos en la que sonaron, y aún lo hacen, como himnos temas como Bienvenidos, Santa Lucía y Blues del autobús.