El médico considerado responsable del fallecimiento de Michael Jackson, Conrad Murray, subirá finalmente al banquillo. Así lo ha decidido el juez de la Corte Superior de Los Ángeles, Michael Pastor, tras examinar las pruebas presentadas por la fiscalía y escuchar los argumentos de la defensa en la vista oral del caso. Durante los últimos días, varios testigos han relatado su versión de lo ocurrido el trágico 25 de junio de 2009 y las jornadas previas ante el magistrado y las personas presentes en la sala entre las que se encontraban algunos miembros de la familia de Jackson, como su madre Katherine y sus hermanas LaToya y Janet.
A pesar de que la defensa especuló con la posibilidad de que hubiera sido el propio Jackson quien se hubiera administrado la sobredosis del anestésico propofol que le provocó la muerte, el forense descartó esto como hecho relevante. “Basado en la calidad del cuidado médico, aún diría que esto es homicidio incluso si el doctor no administró propofol al señor Jackson” dijo Christopher Rogers. La fiscalía por su parte indicó que fue el médico quien le puso la inyección, desatendiendo después al artista y tardando casi media hora en pedir ayuda cuando le descubrió inconsciente. Los testigos que declararon confirmaron que Michael era adicto a dicha sustancia, que necesitaba para conciliar el sueño, y que era Murray quien la conseguía para él.
Basándose en las pruebas y testimonios, el juez concluyó que existe base para que Murray se enfrente a un juicio por homicidio involuntario, por el que podría ser condenado a una pena de hasta cuatro años de cárcel. La primera medida que se ha tomado es suspender la licencia médica de Murray en el estado de California. Algo que si las autoridades sanitarias de Texas y Nevada imitan dejarían al doctor sin ingresos económicos. El próximo 25 de enero comenzará el juicio, ante el que se ha generado mucha expectación y en el que se espera que, de nuevo, el doctor se declare "no culpable".