Jennifer López y Marc Anthony han aprovechado al máximo sus días de descanso en la Riviera francesa, una escapada de lujo a la que también llevaron a sus hijos, los mellizos Max y Emme. La pareja comenzó su periplo en Mónaco, donde asistió a la entrega de los World Music Awards, para después trasladarse a la alfombra roja del festival de Cannes. Allí Jennifer ejerció de anfitriona en la fiesta Amfar, a beneficio de la lucha contra el Sida, evento en el que acaparó todas las miradas con su elegancia y un precioso vestido rosa pálido de Roberto Cavalli.
Los compromisos profesionales les dejaron sin embargo bastante tiempo libre para disfrutar en familia. Max y Emme se lo pasaron en grande corriendo por la cubierta del lujoso yate que precisamente Cavalli, gran amigo de la intérprete, les alquiló para su estancia. Mucho más que un hotel de lujo, la embarcación, valorada en 23 millones de euros, ha ofrecido a los cantantes privacidad y tranquilidad en una ciudad inundada de estrellas.
De barco en barco, Marc y Jennifer visitaron a varios de sus amigos que también cambiaron la habitación de un hotel por el vaivén de las olas. Los diseñadores Dolce y Gabanna les invitaron a almorzar en el suyo y allí se fueron los cuatro, Emme en brazos de su madre y Max arrastrando un gusano multicolor de peluche. Los niños siguen siendo la viva imagen de su padre, que estuvo muy pendiente de ellos y no dejó de hacerles carantoñas. Y es que los pequeños se han convertido en el centro de la vida de la pareja que, siempre que puede, se los lleva en sus viajes. En estos periplos fuera de casa conocen además a los amigos de sus padres, como fue el caso estos días de Naomi Campbell que los llevó a la playa una tarde y ejerció de improvisada niñera.