La última demanda que sus hermanos presentaron contra su padre, reclamándole la parte legítima de la herencia de su madre que consideran les corresponde, la obligaba también a ella a adoptar una postura oficial ante los hechos. Shaila Dúrcal ha tomado finalmente partido en el caso, según lo establecido por la Ley de Enjuiciamiento Civil, y ha decidido confiar a la justicia el reparto del legado de Rocío Dúrcal que Carmen y Antonio Morales le reclaman a Junior.
Hasta ahora, la cantante se había mantenido al margen de la batalla judicial que enfrenta a su padre y a sus hermanos, intentando mediar entre ambas partes y conseguir un acercamiento de posiciones. Sin embargo, sus esfuerzos fueron infructuosos por lo que se vio obligada a definir su postura.
Shaila podía haberse opuesto a la demanda presentada por sus hermanos para defender a su padre o haberles dado la razón a Carmen y Antonio Morales. Pero la artista ha optado por allanarse a la demanda contra Junior, es decir, no se adhiere a ella pero sí reconoce que es beneficiaria de todo lo que sus hermanos puedan demostrar ante la Justicia que les corresponde, bienes que según ellos su madre tenía y que no aparecían en su testamento.
Fue el pasado 29 de diciembre cuando Shaila presentó, a través de su procurador, un escrito ante el juzgado número 6 de Collado Villalba en el que planteaba su opción de allanarse en el procedimiento. En el documento, Shaila asegura “desconocer” las propiedades y cuentas bancarias que según sus hermanos su madre tenía y que les pertenecen como herederos, pero manifiesta que si se demostrara que son ciertos ella también sería beneficiaria.
Los bienes y propiedades que Carmen y Antonio Morales le reclaman a su padre son cinco inmuebles en Miami, parte de una vivienda en Estepona (Málaga), elementos patrimoniales integrantes de tres sociedades, un piso en México DF, un adosado en Puerto Vallarta y dos parcelas en Marbella. El enfrentamiento judicial entre Junior y sus dos hijos mayores comenzó después de que éstos conociesen la existencia de todos estos bienes, valorados en cuatro millones y medio de euros, que no fueron incluidos en el testamento ni tampoco en la escritura de repartición hereditaria inicial.