Durante tres años le ha acompañado una fama de excéntrico que se ha encargado de alimentar con gustos extravagantes y declaraciones sorprendentes. Pero todo eso ha quedado en un segundo plano en cuanto Robbie Williams ha vuelto a coger un micrófono. El británico dio un concierto televisado de récord: fue emitido en más de 200 salas de cine de todo el mundo, para que fans de todo el planeta pudieran escuchar los temas de su nuevo CD Reality killed the video star. En medio del recital hubo algunos guiños a sus antiguos compañeros de Take That como el momento en el que interpretó No regrets, canción que escribió inspirándose en la separación del grupo.
“Hace 14 meses volvimos a vernos una noche y tengo un nuevo mejor amigo… Gary. Te mando todo mi amor porque sé que ha sido una semana dura” dijo en referencia al fallecimiento del padre de Barlow. También se acordó de las personas quizá más importantes de su vida en estos momentos, su novia Ayda Field y su madre.
Sin embargo, este regreso de Williams a las tiendas de discos no ha sido todo lo tranquilo que cabría suponer. El "niño malo" del pop, título que se ganó en su momento por sus irreverencias y sus adicciones, ha sido criticado por su reciente actuación en el programa Factor X. Algunas voces le tacharon en esta primera aparición en televisión de tener un comportamiento variable e incluso llegaron a decir que parecía bebido. Pero nada más lejos de la realidad, según explicó el artista, que achacó lo ocurrido a los nervios.