Cuando una jovencísima Diana de Gales se dio a conocer públicamente, su estilo se caracterizaba por la discreción de los colores neutros, los cortes rectos y los estampados clásicos. Sin embargo, tras su boda a principios de los 80, su evolución llegó hasta tal punto que hoy en día se la recuerda como un verdadero icono de moda. Su buen olfato para el diseño y su don real para la ropa, la convirtieron en esa mujer estilosa e independiente con la que estamos más familiarizados. Sin embargo, tras su separación del príncipe Carlos en la década de los 90, sus estilismos se simplificaron con un punto más sobrio de lo habitual. 'Quería que la recordaran como una mujer trabajadora y por ello sabía que tenía que simplificar sus looks diarios', explica Lynn.