La razón por la que Diana de Gales nunca llevaba guantes

La princesa elegía deliberadamente su ropa para ser percibida como una persona cercana con la que se podía interactuar

por María Calvo

No es extraño ver a la reina Isabel II con un par de guantes cubriendo sus manos y es que es un complemento que la realeza usa tradicionalmente a la hora de vestir. Sin embargo, aunque históricamente significaba una señal de estatus, Diana de Gales abandonó el protocolo real por una humilde razón. Según aseguró a la revista People Eleri Lynn, la comisaria de la exposición ‘Diana: Her Fashion Story’, a la princesa le gustaba coger de la mano a la gente y tener contacto directo con ellos cuando les visitaba. La ‘princesa del pueblo’, apodo que se ganó a pulso, siempre aportó un punto de transgresión a Buckingham Palace, tanto por su personalidad como por una visionaria forma de vestir: 20 años después, su legado de moda sigue vigente.

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Muchas de los complementos que usó durante los años 80 y 90 bien podrían estar hoy en día en cualquiera de nuestras tiendas. Su estilo atemporal comulgaba con unos zapatos que no superaban los 4 centímetros de tacón y con originales sombreros que, aunque fueron icónicos durante un tiempo, también dejó de utilizar porque, según Lynn, con ellos 'no podía abrazar a los niños'. Además, afirma que elegía deliberadamente prendas llamativas y colores vibrantes cuando iba a visitar a los más pequeños. 'La ropa alegre les transmitía calidez y, a menudo, también llevaba joyas grandes para que los niños se acercaran a jugar con ellas'.

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Cuando una jovencísima Diana de Gales se dio a conocer públicamente, su estilo se caracterizaba por la discreción de los colores neutros, los cortes rectos y los estampados clásicos. Sin embargo, tras su boda a principios de los 80, su evolución llegó hasta tal punto que hoy en día se la recuerda como un verdadero icono de moda. Su buen olfato para el diseño y su don real para la ropa, la convirtieron en esa mujer estilosa e independiente con la que estamos más familiarizados. Sin embargo, tras su separación del príncipe Carlos en la década de los 90, sus estilismos se simplificaron con un punto más sobrio de lo habitual. 'Quería que la recordaran como una mujer trabajadora y por ello sabía que tenía que simplificar sus looks diarios', explica Lynn.

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