Era, quizás uno de los desfiles que más expectación había levantado. Y es que a fecha de hoy, la maison francesa aún no ha comunicado de manera oficial quién sucederá a John Galliano como director creativo de la firma. Y eso que, como viene ocurriendo desde que el diseñador gibraltareño fuera despedido, los rumores no han dejado de sucederse, muy especialmente en internet donde la mayor parte de las quinielas se realizan a favor de Marc Jacobs.
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A la espera de que se desvele por fin la incógnita, está muy claro que Christian Dior sigue vivo, muy vivo, gracias a la labor que está realizando Bill Gaytten, mano derecha de John Galliano y a quien le ha correspondido la difícil labor de seguir manteniendo el listón bien alto; y hasta el momento parece estar salvando la situación de manera más que correcta.
La colección que ha presentado en París vuelve a responder a las señas de identidad de una firma que desde siempre ha apostado por una mujer elegantísima y con un especial toque de sofisticación, que en determinados looks remiten al glamour de los años 50. Si durante el día predominan los vestidos y faldas por la rodilla, los escotes barco, tejidos como tweed o el cuero y finos cinturones que se ciñen a la figura femenina; la noche la protagonizan los vestidos largos con tejidos vaporosos como la organza, gasas, o los detalles de encaje. En resumen, una colección hiperfemenina en la que predominan colores tranquilos (en la gama de los beige) con toques de rojo, blanco y negro.
Y un último apunte: junto a una Karolina Kurkova que, como siempre, demostró su belleza y profesionalidad, también se pudo ver desfilando a una modelo de excepción: Miranda Kerr, observada muy cariñosamente por su gran amor, Orlando Bloom, que compartió el front row con otras personalidades como Bernard Arnault, el presidente del grupo LVMH, la editora del Vogue americano Anna Wintour, Poppy Delevigne, Olivia Palermo o Rachel Zoe.
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