Nieves Álvarez: “Ahora, los 'looks' de las modelos son más de niñas, menos explosivos y raciales”

La modelo madrileña nos habla de su exitoso paso por el mundo de la moda, que le llevó a trabajar con los mejores creadores y las mejores modelos

por hola.com
Hace unas semanas, compartíamos con Nieves Álvarez una distendida conversación muy amena en la que nos hablaba de sus proyectos profesionales –entre los que se encontraba su debut como presentadora de televisión o sus trabajos como imagen de las lentes dinámicas Transitions-, sus trucos de estilo y de su mayor ‘tesoro’, su familia. Ahora, y como ya te avanzamos, nos desvela su visión del mundo de la moda y analiza esa trayectoria tan exitosa que ha tenido y que la ha llevado a ser una de las modelos españolas más internacionales.


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-Para empezar, y de forma general, cuéntanos: ¿el mundo de la moda y de las modelos es muy diferente al que viviste cuando empezabas?
Ha cambiado muchísimo desde que yo empecé. Antes era la época de las 'tops', de las famosas modelos de los 90, las cuales abrieron las puertas de un mundo en el que anteriormente ser modelo era más complicado y tenía otra imagen dentro de la sociedad. Hoy en día, si una niña dice a su madre que quiere ser modelo, quizá la madre ya conoce mucho más de lo que hay en este mundo.

-¿Ha habido entonces un considerable cambiado?
Sí, las modelos antes eran mucho más duraderas, tenían una vida laboral muchísimo más larga, mientras que ahora hay muchísimas más niñas quizá con un 'look' más similar unas a otras. Personalmente, a mí a veces me cuesta mucho diferenciarlas. Lógicamente, hay excepciones, como, por ejemplo, Natalia Vodianova o Gisele Bündchen, que tienen carreras igual que las de antes. Pero sí hay niñas que 'nacen' en un momento, hacen todas las campañas y todos los desfiles, duran dos años, pero nunca más las vuelves a ver. Antes la belleza era más especial y personal. Tenías a Yasmeen Ghauri, que era el exotismo; a Christy Turlington, que era el clasicismo y la elegancia pura; camaleónica, Linda; el 'cuerpazo', Elle Macpherson y también Stephanie Seymour, que para mí era como 'el cañón', 'mujer 10'; también estaba 'la tigresa' de Naomi Campbell... Cada una representaba un prototipo de mujer muy marcado y eran admiradas tanto por hombres como por mujeres. Cada una tenía una personalidad, un carácter muy marcado.... Cada una era un mundo. Y esto las hizo únicas. De hecho, tú sigues preguntando en la calle por el nombre de una 'top model' y la gente sigue diciendo “Claudia Schiffer”.
En general, ahora, los 'looks' de las modelos más de niñas, menos explosivos y raciales.

-Tú las conociste y compartiste pasarela y estudios fotográficos, pero ¿podrías decir que estos caracteres tan marcados y el hecho de ser 'únicas' hacía más difícil trabajar con ellas?
Había 'divismo', pero también lo hay ahora. Eso depende de la personalidad de cada una. Pero fue un divismo motivado por el gran protagonismo que se las dio. Fue una época histórica y nunca más creo que vuelva a suceder ese fenómeno. Es que la gente iba a ver los desfiles por verlas, no por ver la ropa del diseñador. Así pasaba en los ‘shows’ de Versace o Thierry Mugler. Yo, por aquel entonces, estaba empezando y también me iba a ver los desfiles por verlas. Luego, te preguntaban como era la colección y no recordabas nada. Verlas desfilar esa impresionante. Me acuerdo las primeras veces que desfilé con ellas, con Oscar de la Renta o Hervé Léger. Tú te veías entre todas ellas y te sorprendías de ver tantas mujeres bellas juntas en pocos metros cuadrados. Pero no, no eran divas. Por ejemplo, yo desfilaba mucho para Yves Saint Laurent con Carla Bruni, que era adorable, divertida, siempre cantando, con Karen Mulder, también adorable, o con Yasmeen, con quien he trabajado mucho en pasarela y haciendo catálogos. Eran estupendas. Claudia Schiffer era más profesional, quizá un poco más fría, pero para nada era una diva.

-¿Rivales o amigas entre las modelos?
No tengo problemas con nadie, aunque mis amigas de verdad pocas tienen que ver con el mundo de la moda. También porque siempre estamos viajando y es difícil coincidir y crear una amistad. Aunque una de mis 'hermanas' es Laura Cisneros, modelo española que vive en Milán. Pero el caso no es que no haya 'feeling' o que haya rivalidad. Nunca veo a mis compañeras como rivales, es decir, si alguien me quiere contratar a mí es porque encajo en su producto y, si quieren una rubia explosiva, pues no me contratarán a mí.

-Y ¿qué es entonces lo que te define?
No lo sé realmente. Tendrán que decirlo los que me contratan (risas). Creo que siempre he sido discreta, desfilaba bien, gustaba a los diseñadores y, no hace falta que me lo digan, siempre he sido muy profesional. Al final, trabajar con alguien que es puntual, que siempre da o intenta dar el cien por cien y le gusta lo que hace supone que te valoren y quieran contar contigo cada año.

-Todos te recordamos años atrás con el pelo muy corto, ¿fue decisivo en tu carrera este cambio de 'look'?
Cortarse el pelo es una decisión personal. Tú eres dueña de tu imagen, aunque tu agente pueda darte su opinión. La decisión final es tuya porque tú eres dueña de ti. Yo necesitaba cortarme el pelo, era un cambio mío, personal. Tenía mis historias. Y, a veces, cuando las mujeres quieren hacer un cambio o se cortan el pelo o se compran unos zapatos. Y yo me compré los zapatos y me corté el pelo (risas). Y me ayudó porque también era una época de cambios en la moda, llegó la época del 'grunge'... y es bueno arriesgar para que la gente te vea de otra manera.

-Cambios también en tu vida, porque te criaste en un barrio obrero, Usera, y de ahí... ¡a la conquista del mundo entero!
Sí, me crié cerca de Santa María de la Cabeza, aunque todos los días iba al colegio de las Damas Negras, en Rubén Dario. Luego, por las tardes, me iba a estudiar a casa de mi abuela y mi tía, que era una de las directoras del colegio, en el barrio de La Latina. ¡Cambiaba continuamente de barrio!

-Pero nunca has perdido tus orígenes y siempre has estado en contacto con ellos, ¿no?.
Sí. Cuando me compré mi casa en el barrio de Salamanca, empecé a decorarla... pero, a la hora de dormir, volvía a casa de mis padres. Lo más bonito en la vida es poder llegar de un sitio a otro y viceversa. No hay por qué avergonzarse de dónde vienes. Yo no soy hija de un marqués, soy hija de padres súper trabajadores. Mi padre tenía un comercio, era tendero en una tienda de alimentación en la calle Goya... y yo los sábados estaba en la caja. Ellos me han educado para esforzarme y no rendirme.

-Sin duda, esa imagen impecable que transmites es fruto de una buena educación.
Impecable... bueno, todos tenemos nuestras cosas. Pero mis padres me han enseñado que si quería algo tenía que luchar por ello. También ver que ellos han sido muy trabajadores y que todo lo hacían por mi hermano y por mí te ayuda mucho a valorar todo. De mi padre y mi madre, aunque ya están retirados, todo el mundo recalca lo muy trabajadores que eran. Son dos personas estupendas y las que más admiro en este mundo. Nunca me ha faltado de nada. Y, gracias a Dios, he podido ir de un barrio a otro diferente.

-Pero, cuando la moda empieza a entrar en tu vida, ¿qué fue lo más difícil de asimilar?
Yo vivía siempre con mis padres y, entonces, te encuentras con que comienzas a salir fuera y no tienes a nadie que te ayude. No tener a los tuyos era lo que más sufría, además, yo soy muy familiar. Pero, si quieres algo, debes luchar por ello y hay ciertas cosas que no disfrutas plenamente. Aunque tampoco ha sido renunciar a ello al completo.

-Y ¿qué objetivos te planteaste cuando viste que 'ser modelo' podía ser tu profesión?
No me pongo objetivos en la vida. Vivo el presente, aprendo del pasado y espero mucho del futuro. No me pongo objetivos. Soy una persona ambiciosa, pero no ambiciosa en el sentido material. Me gusta hacer las cosas bien y eso es lo que te hace ir subiendo escalones. Por ejemplo, no digo “ahora quiero hacer tal portada”, pues la vida en sí misma te va dando portadas, y te da los hijos, que son ahora mi prioridad, y el resto viene después.

-En este camino lleno de acontecimientos, ¿hay algún momento emblemático en el mundo de la moda en el que no has estado y sí te hubiera gustado participar?
No sabría decirte ahora. He vivido muchos momentos importantes en mi carrera y sobre todo al lado de gente que son los que me han hecho considerar ese momento emblemático para mí. Quizá hacer alguno de aquellos 'locos desfiles' de Thierry Mugler. Eso sí que me hubiera gustado, pero todavía era muy joven y no había ni empezado.

-Dices que has vivido momentos muy importantes, pero ¿de cuál guardas un recuerdo más especial?
La despedida de Yves Saint Laurent, el desfile en el estadio de fútbol del París Saint-Germain en la final de la copa del mundo en 1998, desfilar con Gianfranco Ferré cuando era diseñador de Dior... He tenido la suerte de trabajar al lado de gente súper importante.

-Hablas de la despedida de Yves Saint Laurent en 2002, sin duda, un hecho emblemático en la moda. ¿Cómo lo recuerdas?
Sabiendo que vivía un momento histórico, que era súper importante, único y que tenía el privilegio de estar ahí.

-¿Se te escapó alguna lagrimita?
Sí. Yo, y Laetitita Casta, éramos las únicas que llorábamos. Además, salió después una fotografía en la portada de 'Le Figaro' donde se me veía en una esquina tras Claudia Schiffer con mi lagrimilla. Ese momento era muy importante para mí.

-¿Cómo recuerdas a Yves Saint Laurent?
Me dio todo. Aprendí muchísimo de él. Era una persona amorosa, súper tierna, y le admiraba y le quería mucho. Y yo sé que él a mí también.

-¿Te dio algún consejo especial que recuerdes?
No necesitaba consejos porque sabía lo que quería y le gustaba. Nos entendíamos muy bien.

Gracias Nieves.

NO TE PIERDAS CÓMO FUE LA PRIMERA PARTE DE ESTA ENTREVISTA.