Mucho sentimiento, mucha pasión, muchos recuerdos. Con sus diseños para primavera-verano 2013, el diseñador Daniel M. Rabaneda vuelve a ahondar en su interior, en sus imágenes más personales, en este caso de su infancia… y cierra un ciclo. Y es que, con esta colección, ‘Home Sweet Heaven’, concluye una trilogía que comenzó con sus propuestas para la primavera-verano 2012, ‘Bones Crown’, en cuya presentación contó con la presencia del modelo Benjamin Dukhan, y que siguieron con las de otoño-invierno 2012-2013, ‘Bendito el fruto de tu vientre’. Eso sí, todas evolucionaban sin perder un nexo común. “Esta colección es el cierre de una trilogía y está bastante ligada a las dos anteriores. Comparte ese hilo de líneas depuradas con la colección de otoño-invierno 2012-2013 y se puede apreciar mucho trabajo de color y texturas”, nos precisó el propio Rabaneda poco antes de su pase.
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Primero fue la atmósfera y connotaciones religiosas de los muros de un instituto, que antiguamente albergaba un convento; después, las vanguardistas instalaciones del Telefónica ‘Flagship Store’ y, ahora, ha sido un campo de olivos el que ha servido como escenario para desvelar las nuevas creaciones de este sevillano. Sí, un campo de olivos –Fundación Olivar de Castillejo- en pleno Madrid, entre bloques de ladrillo y hormigón, seductor espacio que sirvió, por unos minutos, para olvidarse del ruido urbano.
“Partimos de la base de que un punto fuerte de los desfiles OFF es que tú eliges el escenario donde presentas la colección, con él consigues reforzar el concepto de tus propuestas y juegas, sobre todo, con el factor sorpresa. La Fundación Olivar de Castillejo es un sitio poco conocido en Madrid y tiene un potencial y una magia especial que hasta ahora no se habían exprimido prácticamente. Ya se me ofreció conocerlo tras el desfile de primavera-verano 2011, mi primer OFF. Sin embargo, es un lugar muy potente y lo quería reservar hasta ahora. La colección, que está inspirada en mis orígenes, no podría estar mejor presentada que entre olivos”, precisa el diseñador.
Un marco natural y lleno de luz, luz como la que desprendía su colección, en la que el colorido elegido toma como referente la paleta cromática de los tonos del cielo al atardecer (celeste, cobre, gris y mostaza), con el blanco y negro como extremos. Menos sobriedad que anteriores propuestas, pero, para nada, menos trabajo de costura. Y es que, nuevamente, se apuesta por cortes muy estructurados, que juegan con la estructura natural del cuerpo para realzarlo.
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Lo mismo ocurre con sus diseños para hombre. Conjuntos de líneas muy estructuradas, que huyen del minimalismo, pero sin caer en el exceso.